CUENTO
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LA APARICIÓN MISTERIOSA
Era un lugar muy hermoso por su cálido sol y verde vegetación que adornaba su campiña. La brisa matinal emanaba un aroma a fruta madura que lo tornaba inconfundible a muchas leguas a la redonda.
LA HERENCIA DE MAGIA ANDINA
En el Barrio “La Esperanza”, bucólico paraje moqueguano, tutelado por pétreas atalayas, SILVIA, pasaba sus días soportando el peso de la responsabilidad de cómo enfrentar el mañana sin más atributos que un entusiasmo indoblegable.
El ENCANTO DEL CERRO “EL SIGLO”
En las escarpadas faldas del cerro El Siglo, cuando aún el urbanismo no había tocado sus pies; en las noches, su bruma era espesa que semejaban las fauces de una fiera mitológica queriendo devorar el horizonte.
LA NIÑA HUERFANA
A orillas del río, bañado por sus aguas cristalinas había un valle cual huerto prodigioso de dicha y de maldad. Se divisaba al pueblo y la riqueza de la tierra con su fruto dulce para el amargo sueño.
LA NOVIA DEL PARQUE
¿Cómo está mi vieja linda? ¡Qué alegría volver a casa! Si hasta juré no volver más al barrio. Pero he retornado para contemplar como cuando niño Tu sonrisa amable.
EL MILAGRO DEL PUQUIO
Cindo Peña bajaba presuroso, caminando sobre las piedras. A lo lejos se divisaba la casa del poeta. Poco a poco se internaba en la floresta. El verde carrizo y las campanillas en abrazo fraternal formaban un tupido techo al sendero.
EN POS DE LA VIDA ETERNA
Desde mi lejana juventud tenía intenciones de conocer personalmente a PEPE CAÑA, era muy conocido en su barrio de LITARDO por su gran capacidad de improvisar DECIMAS. Vivía a 50 metros del mar y a unos pasos más allá se extendían los inmensos sembríos de especies agrícolas.
ETERNAMENTE JUNTOS
En el bucólico pueblo de LA ESMERALDA, enclavado en plena sierra sur de Moquegua, vivía Flor de Luna y era una belleza natural, que ya empezaba a lucir sus quince años con todo su mágico esplendor.
LA HUELLA ETERNA DEL ALMA
Era una mujer muy hermosa que no pasaba de treinta primaveras; de aquellas que con tan sólo mirarla, se queda grabada en la retinas para siempre. Sus ojos tenían el reflejo del sol cuando aparece en lontananza con sus ansias de visión universal.
EL ÚLTIMO GLADIADOR
Eran muy comunes las peleas de gallos en la hacienda SAN COLOMBANO, todos los fines de semana. Era un lugar apacible de verde vegetación pero cerca al mar en la que día y noche se escuchaba el ruido de las olas.