Los grandes hombres como cualquier  mortal, son aves de paso que caminan apurados sobre la faz de la tierra. Dejando en su recorrido toda una estela inocultable de creatividad que lo hacen imperecederos para la historia y generaciones futuras.

En todos ellos hay un común denominador y es la humildad. Además su enorme fuerza de voluntad para adquirir conocimientos, transformarlos y crear más sabiduría  por su energía espiritual. Se podría decir que son enviados  especiales con la única misión de sembrar nuevos senderos de armonía universal en los corazones humanos. Generalmente ellos han sufrido una serie de necesidades, impedimentos, marginaciones en lo social, económico y político. Pero a pesar de todo, en lugar de amilanarse y relegarse al abandono, ha superado esos altibajos de la vida y   se han impuesto en base a tesón y han ascendido a la montaña, convirtiéndose en esperanzas   de realización para sus miles de seguidores por ser lumbreras de intelectualidad. A pesar que la sociedad de consumo muchas veces los destinó al rincón del olvido por sus aptitudes no tan comprensibles para el común de las personas. Por medio de constancia y pundonor, han sacado adelante sus, proyectos, creaciones, innovaciones  y  poco a poco,  han logrado sobresalir en un mundo difícil y competitivo, es que resulta al final, siempre lo bueno permanece indeleble  hasta por encima del poderoso que cree erróneamente que todo lo puede o lo consigue con dinero o influencias extrañas y negociables.  En este sentido, al ser portadores de un talento natural, su vida misma lo perfecciona. El caer y levantar en su ruta a la perfección, las decepciones que le produce la indiferencia e ingratitud le da la patente de excelente y lo encumbra en el pódium de las grandes divinidades, pero ellos por ser modestos, casi nunca buscan el sensacionalismo barato ni el protagonismo fácil. Por eso es que muchos de los baluartes de la inventiva, han pasado a mejor vida sin saborear las mieles del éxito en pleno uso de sus facultades como debería ser. Inclusive muchos han sido criticados, maltratados, hasta  desplazados. Es que no faltan las personas a quienes el talento ajeno es el peor insulto. Están hechos para la mediocridad y se sienten mal cuando otro sube por la escalera dl triunfo con méritos propios.  La falta de habilidades o cualidades innatas lo suplantan con la ambición, la venganza, la mentira, el orgullo,  el odio, la burla. No son capaces de reconocer los méritos de las personas favorecidas por la providencia. Por eso es que un hombre no es la maravilla que cree ser porque tiene una carrera o varios títulos, sino demuestra una productividad aparente como para solucionar todos los problemas que aquejan a su entorno. Los honores en oro y plata, solamente sirven para exhibirlos en la sala, como una muestra de los grados que se ostenta y garantiza su capacidad técnica. Más no lo es todo, ya que a la hora de la verdad. Los poderes del hombre se miden por la utilidad que presta a su medio ambiente. Cuando más es requerido sus servicios, significa eficiencia, cuando más se le solicita, simboliza idoneidad. Más, si la persona aunque ande cargado de medallas y trofeos pero nadie se interesa por sus bondades o es buscado alguna vez y se ahí pasa al rincón de los recuerdos, no esta otra cosa que uno más en la vidriera de talentos que no hace lo que pregona, no demuestra lo que es, o no es ni la sombra de lo que aparenta ser.  Por lo tanto, no es una persona elegible como para ser considerado como un abanderado de las nuevas corrientes de progreso sostenido El mundo está lleno de auténticos valores que permanecen en la oscuridad, como también de falsos ídolos de brillo débil que se opacan de la nada y hasta compran  el umbral  de excelsitud que lucen muy orondos. Es que por la crisis moral que azota  al universo, no hay nada que no se puede comprar. Se oferta, la libertad, la conciencia, la justicia, el honor a precio de ganga y hay un amplio mercado donde se trafica  con los valores más sagrados de la humanidad.