El FUEGO INTERNO DEL ALMA

Quien camina diariamente por las rutas de siempre, luciendo el rostro alegre del triunfo, aunque por dentro le corroe las entrañas, alguna parte del medio ambiente, significa que la persona ha logrado vencer sus emociones negativas y antepone al caos íntimo una sonrisa de felicidad. 

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Una gran mayoría, ante el aguijón de la tragedia, se siente morir como si el piso se hundiera en un segundo y hasta da la impresión que su mal no tiene cura. En realidad, sucumbir de esta manera, no es la mejor manera de actuar frente a los inconvenientes que no faltan en cada ser. La existencia está llena de peripecias porque el hombre en su lucha por trascender, a veces apresura los hechos y el error desnuda una inexperiencia que deja secuela en todo aquel  que añora de la noche a la mañana su transformación. En premeditar cada paso por el suelo disparejo, reside el éxito personal de quien anhela el pódium de la victoria, Todo ser humano está propenso a caer en el vacío de la incomprensión si pide más de lo que necesita para vivir cómodamente. El exceso es dañino en todo aspecto de la vida. Con mayor si se daña la integridad ajena. Se puede estar en completo desamparo, pero no se debe borrar la orfandad perjudicando el entorno egoístamente. Así aparentemente no existan salidas para la encrucijada que viven momentáneamente  las personas que dudan de sus atributos humanos. En este caso, conservar el buen humor, el optimismo, esperanza en el cambio como fruto de la orientación afectiva de sus propias energías; es muy buena salida cuando alguna influencia negativa agobia el estado de ánimo de las personas. Pero no es tan fácil reír ante el dolor, sonreír frente a la tristeza, estimularse  ante la amargura. Se requiere de un gran autodominio individual para poder definir su real  posición y colocar en su lugar a las desdichas y a las esperanzas de un mañana mejor. De tal manera que nadie diga ¡Estoy condenado al fracaso! Es que si hay fuerza de voluntad, se vencen los quebrantos. Analizando bien los casos y dándole sentido al problema que  o deja vivir en paz, hay que anteponer un estado de ánimo pleno de confianza en sí mismo permanentemente.   Quien es consciente de sus dolamas y los recibe sabiendo que son pasajeros, se irá ganando la batalla. Desgraciadamente estos estados de ánimo siempre son generados por agentes extraños, motivados por personas que por ascender, ganar o aparentar sapiencia atropellan por doquier como si fuera el último minuto de  vida que les queda, delegando un ambiente tenso, deprimente que resta libertad a las emociones del alma y cada cual se pueda realizar como mejor le parezca. El mismo hombre es el causante de un clima de prosperidad o mediocridad. Hay que saber distinguir el sendero lleno de espinas o el horizonte cubierto de flores perfumadas. Hay de todo en este valle del Señor pero es menester de cada uno, ser un baluarte de promisiones y no un cultor de infernales presentimientos. En la unidad de criterios, respeto a las decisiones ajenas, objetivos de bonanza con proyección solidaria, cortarles las alas a la ambición y que vuele por los aires la fraternidad universal e ingrese a los corazones de cada uno; está la seguridad de la persona. Podemos ser lo que queremos, podemos lograr lo que soñamos, siempre y cuando seamos conscientes de nuestros atributos y se tenga propensión a ser un ganador. Un rostro feliz es producto del fuego interior que energiza la vida desde que nace hasta que muere. Por esta razón, diciendo las cosas como son, sean buenas o malas o sea con sinceridad, hace el milagro de aperturar sendas de bienaventuranza porque la verdad es la puerta para ingresar al cielo.

 

 

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