EL FALAZ OPORTUNISMO

En realidad, que a estas alturas de la existencia humana, como cualquier hombre de la calle o profesional de la información, nada cuesta lanzar a los cuatro vientos una información que se base estrictamente  en la verdad.

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Más ocurre que por intereses creados, hay especialistas en decir mentiras tergiversando la que es cierto y desinforman a una gran mayoría de la población que hace caso o cree en todo lo que escucha. Sucede que una realidad, si no es del agrado personal; se dice lo contrario e interesa un comino lo que opinen los demás. Aún sabiendo que de su falsedad, se afirma y reafirman y hasta se jura con la mano sobre la Biblia  como si fuese verdadero, por supuesto con la venia del que defiende lo indefendible. Por eso digo, que es bien difícil ponerse de parte de lo que es real y comprobado porque hay un segmento considerable que se dedica a desmentir lo que es cristalino, tan solo porque gana sus dadivas por engañar a una gran parte de la población porque todavía hay personas que creen en voces desautorizadas pero que desgraciadamente gozan de credibilidad. Esto ocurre en todas las esferas sociales donde el papel y las firmas poco valen. Los títulos y honores pasan a segundo plano porque se le busca salida a todo, de tal manera que al final, todos caminan por el sendero de la libre honestidad a pesar de haber delinquido a vista y paciencia de toda una ciudadanía que mira a los de saco y corbata y que ocupan un puesto público; como si fueran la  salvación a sus innumerables problemas. Es que la promesa y el no cumplimiento del ofrecimiento, quiérase o no, se ha instituido a través de los años. Más, como parte de los más connotados hombres que tienen poder, ya sea político, social o económico,  no queda otra cosa que aceptar sus propuestas, pero de ahí a que lo cumplan, solamente queda rezar, porque del dicho al hecho hay mucho trecho. Ni la más relumbrante medalla, el cetro del poder o el grado académico; aseguran definitivamente la certeza de lo expresado, porque el papel aguanta todo y el cinismo muchas veces vive en las personas pero lo disimulan muy bien, que dan la impresión de probidad cuando solamente son fuentes de maldad. Hago esta reflexión obligado por las circunstancias actuales en la cual el año se está acabando y todo ha sido un ir y venir  de proposiciones pero que poco o nada se cumplen. Mientras hay tribuna abierta para que el   injusto de todos los tiempos a diestra y siniestra siga con su cantaleta que más huele a burla que novedad y continúe anunciando una prosperidad que solamente gozan las grandes cofradías que imperan en el Perú, pero en la persona que solamente gana para el día, no se ve, ni  si se verá tampoco  la famosa bonanza que se pregona mientras aplauden los que se benefician con la venta de conciencia. Tan difícil es ser de un partido y no poder decir sin cadenas lo que es cierto. Tanta es la ambición,   que se violan los umbrales más sagrados de la honorabilidad y libertad del ser. Tan complicado es ganarse el pan con el sudor de su rostro, que seguir viviendo a la sombra del poderoso,  negociando silencios,  recibiendo dineros por levantar la imagen a los oportunistas de turno, o ponerse del lado de la ignominia pero se finge regionalismo de la boca para afuera. Es posible  la justicia, si es que cada cual se despoja de su careta de ambición y empieza a trabajar por su terruño con alma vida y corazón en pos del bienestar de los demás y  con visión planetaria. Claro que es bien duro para aquel que toda su vida se la pasó  fingiendo cabalidad, cuando solamente fue un consumidor más y siempre fue un esclavo de su propia avaricia, envidia y sumisión.

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