POR MÁS CALIDAD DE VIDA I

Ocupar un puesto de trabajo en alguna empresa  o institución es para servir a los demás y no es para entorpecer el normal funcionamiento de sus labores diarias creando zozobra en el personal.

 

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No es tan eficiente el que es estricto en el cumplimiento de las normas establecidas, sino el que soluciona los problemas  en la brevedad posible. Hay muchos que llegan a un nuevo sillón y como si fuesen iluminados  del conocimiento, se disponen a querer cambiar todo lo existente dándose unos aires como si fueran descubridores de Marte cuando en realidad lo que tienen que hacer es innovar para ofrecer un mejor servicio al público usuario. A no ser simples revisadores, aprobadores o en el caso extremo, opositores a tal punto que deniegan lo establecido para dejar notar su don de mando. En la viabilidad de los hechos por senderos sin espinas para obtener mejores logros, reside el éxito  de los jefes de turno. En las actitudes que vayan en beneficio de las grandes mayorías que diariamente acuden en pos de solución a sus inconvenientes. No hay que tratar de sacar lustre al título o puesto a costa del sufrimiento ajeno. Si bien es cierto que resulta agobiante que todos los días se siga con la rutina de siempre en la cual la persona mecánicamente trabaja y con la justa piensa pero en la hora de salida. Resulta gratificante el espíritu transformador que debe tener toda persona porque ese es el verdadero fin de la persona. Es que nada es  estático, todo tarde o temprano necesita cambiar de posición para dar mejor imagen y tener resultados óptimos. En este sentido, los cambios son buenos, siempre que sean para mejores horizontes de promisiones. Si desde un inicio ya se avizoran nubarrones en lontananza, cuidado que el remedio puede ser peor que la enfermedad. En realidad en muchas oportunidades, los grados que se ostentan, no se reflejan en las actitudes de las personas. La eminencia intelectual puede tener arranques de persona vulgar, como también la persona común y corriente puede dar muestras de genialidad porque el poder creativo del ser  no es propiedad de cierto sector de un alto coeficiente mental. Es de los que quieren trascender con el trabajo sobre metas muy bien definidas en la cual llegar a la cima con calidad humana es el principal sueño.  En verdad que ya no se está en la época de los mandamases que todo lo hacen a través del poder que no admite refutaciones. El dialogo es el arma moderna que permite una mayor integración entre las sociedades. La comunicación destruye fronteras, quiebra límites y unifican banderas en el orbe moderno. El deseo de superación es la que genera un avance sostenido para que los grupos humanos vivan con libertad y sin grilletes en la conciencia. En este caso, el que ya lo tiene  todo, debe dejar el terreno propicio para que los demás cristalicen sus más grandes ideales. Poner al servicio del pueblo su sapiencia de primera fuente para que los demás encuentren la ruta del éxito a costa de esfuerzo y  sacrificio.  Romper esquemas es la voz y no ser seguidor de los protocolos establecidos y solamente convertirse en guardián de los caudales del ente. Hay que  crear más riquezas para que se solidifique el porvenir de todos los que la integran. Más esta gran cruzada hacia la prosperidad se origina de las pequeñas cosas. Una sonrisa, un apretón de manos, un abrazo puede hacer el milagro de abrir ventanas donde pueda florecer un mejor porvenir, lo que jamás lograría hacer un grito desaforado, una palabra hiriente o un rostro amargado pidiendo una oportunidad para vivir. En el control de nuestras acciones y en mirar a la vida con el color de la esperanza reside el inicio de un mundo mejor pleno de oportunidades y felicidad.

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