No se puede pasar la vida con personalidad bien cimentada, prometiendo acciones que nunca serán realidad por ser producto de la falsedad y de sueños de imposible realización.
Todos tenemos fantasías alguna vez, pero es preferible pisar tierra ya que la existencia no se termina al caer el sol o al llegar el día. La vida continua indeteniblemente y si lo que se dice aparentemente de corazón, no se cumple, estamos entrando al mundo oscuro de la falsedad y es uno de los puntos más negativos de la persona. Es muy común en ciertas personas solamente, buscar el ascenso inmediato a través de documentos fraguados, falsos títulos, lazos amicales, relegando al que si lo merece por méritos propios. Siempre hay encima de todo este drama, una persona que se jacta de eminencia pero que no tiene el mínimo criterio para valorar las actitudes humanas y colocarlo a cada cual en el sitial que muy bien se merece al tener dicha potestad. Por eso es que en la actualidad los que verdaderamente están en condiciones de ser sumamente productivos e innovadores, muchas veces están desocupados y los que solamente asisten por ganar un sueldo y vegetar, tienen trabajo asegurado el jefe de la casa y toda la parentela. El hombre es capaz de adquirir todo tipo de sapiencia, por lo tanto, afloran en él; todo tipo de virtudes que bien encaminadas, pueden ser muy útil a la sociedad. Más en la vida práctica, muy poco se cumple con toda justicia, igualdad y equidad, la catalogación de las personas según sus cualidades y aptitudes innatas. Más prima los lazos familiares y si se dice las cosas como son, pasa a ser un eterno desocupado. Esto se nota a varias leguas. Por supuesto que no es una regla general, pero sucede, creando profundo malestar en aquellos que conscientemente se preparan para trascender en alguna actividad y sobresalir en base a calidad humana. El día que se coloque en el sitial que le corresponde a todas las personas, recién podremos pensar con libertad. Las incomodidades que genera la ingratitud e indiferencia, no permite pensar con toda su fuerza posible a los humanos. El hombre no ha nacido para que se le coloquen grilletes y hacerlo trabajar. No tiene por qué estar bajo cuatro paredes amordazado a propósito. Ha venido a este mundo para producir en toda su dimensión espiritual, pero para lograr ese estado ideal, es necesario que no se le encadene sus ideales a los intereses creados de personas cuyo único fin es el lucro personal sin importarle que no está solo en el mundo y que su objetivo principal, es el trabajo en equipo y compartir necesidades y alegrías con su entorno circundante. Si se universaliza el pensamiento, nos daremos cuenta que es la única forma de mirar el futuro lleno de esperanzas y optimismo, lo demás es mezquindad malsana. Este desfase social sucede en todas las latitudes donde la existencia humana poco interesa y solamente se vive pensando en torno a la riqueza vana y no a realizar el bien común. Por esta razón los días y años se pasan y muchos comentan con nostalgia “los años se me ha ido y no he hecho nada” “es muy corta la existencia”. Para evitar esta nostalgia que lacera al alma, es preciso aprovechar cada segundo, cada minuto cada hora de vida en acciones buenas. Si no se ha estado viviendo así. Es necesario retomar el camino y empezar de nuevo porque nunca es tarde para resarcirse de todo lo malo que se ha hecho. Esta reflexión no tiene un tono de imposición ni mucho menos de lavarse las manos. Es la vida misma en la cual cada uno de nosotros tiene que hacer lo imposible porque todos tenemos la capacidad de cambiar primero y hacer cambiar a los demás. En ese camino se deben enrumbar los ideales y no transitar por este mundo como si fuéramos enemigos o como si estuviéramos en continua guerra o competencia y el que pierde debe morir. Hay que humanizar la humanidad, hay que espiritualizar el espíritu en aras de objetivos comunes, e irradiar solidaridad, paz y amor universal.