LOS SUEÑOS DE PODER

De acuerdo a nuestro punto de vista, no consideramos que  sea la mejor forma de trascender, convencer o ganar adeptos; difamando al contrincante.

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Se logra mayor credibilidad no con palabras  bonitas que sobrevaloran a la persona  o con un lenguaje hiriente que con razón o sin razón, trata de hacer quedar mal al aparente enemigo de turno.  La única forma que se llega al corazón del pueblo es diciendo la verdad basado en una realidad evidente. Si bien es cierto que el pasado simboliza experiencia, sea  buena o mala la performance realizada; no puede ser un signo  de proyección al futuro, basándose en  los resultados obtenidos en tiempos aquellos. Pueden simbolizar un cambio en base a lo ocurrido porque no es tan fácil equivocarse dos veces. Para ello están los analistas quienes deben determinar las acciones de las personas públicas si fueron acertadas o no y según ello  juzgar sus actitudes y qué pueden deparar en el futuro en base a sus cualidades personales. Si hubo delito o no, la justicia tiene la palabra. Más no es correcto, levantar toda una ola de suposiciones en la cual la invención con fines denigrantes están a la orden del día. Cuando hay un objetivo trazado, entrega y desprendimiento por una noble causa, es de suponer que la persona siempre enmarcó su vida por la senda de su realización en cumplimiento de sus metas. Entonces no se concibe por ejemplo, que hoy día queramos ser héroes, mientras que ayer se fue adepto de la inmoralidad. No puede haber tanto abismo conductual entre los que se consideran líderes en estos últimos tiempos. Si en la calificación de  las actitudes personales, no hay un excesivo partidarismo, un enfermizo fanatismo, intereses creados en la opinión, se llega a saber quien es quien. De lo contrario se sigue creyendo en una corriente minimizada o agrandada por la publicidad, manejada por el dinero del poder y la sumisión del traficante de novedades que lucra con la buena fe del pueblo. El asunto es bien serio, no es un carnaval, ni se está promocionando un evento sin importancia. Cuando están en juego los destinos de grupos humanos, debe primar la sinceridad, tanto de los adeptos al grupo social como el que se lanza a la palestra con fines de mando. No se puede  utilizar todo un sofisticado plan propagandístico para elevar a los cielos  a una persona, salvo que sea desconocido o no merece el sitial que aspira y la único que queda es meterle a la cabeza al pueblo una idea a través de las imágenes y lemas repetitivos por todos los medios de difusión.  El verdadero líder no necesita de recomendaciones ni de estrategias para ensalzar su persona. Sus obras hablan por él, aquí no vale el léxico  florido, sino los hechos y obras  de envergadura. Cuando se mete en el gusto popular lo que menos conviene el problema viene después. Resulta que solamente es capaz de hacer una gestión desastrosa. Por eso afirmamos, no por hacer tanto laberinto, lanzar insultos, retar a debate, sacar todos los trapos al sol, demuestran calidad humana. Los problemas  nunca los soluciona una persona. Encontrar la  claridad en las tinieblas de la noche,  está sujeta al pensamiento  patriótico de todos, pero despojados de intereses personales. Por eso hay que ser un lucero con brillo propio y no con rayos ajenos. Hay que ser un arco iris de siete colores auténticos y no con diez obtenidos de la casualidad. Quién no es testigo de personas fracasadas por su ambición o por tomar las cosas como si fuera un juego. O ¡Si otro lo hace ¿por qué no lo puedo hacer yo? y no tienen en cuenta que para todo hay que tener cualidades, de lo contrario el futuro se torna nebuloso y la caída sintetiza una irresponsabilidad total.

 

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