Una gran cantidad de personas quisieran que las cosas ocurran como ellos se la imaginan, que todo ocurra como ellos piden.
Más en la práctica, todo tiene una razón de ser y debe basarse en la verdad y las necesidades comunes de las personas. No se deben mezclar las conveniencias personales cuando está en juego el futuro de millones de compatriotas que tienen esperanzas en sus sueños y cada cual tiene sus pareceres y ansias de éxito según su estilo original de vida. Lo que para una persona puede estar bien, para otra puede ser perjudicial. Además, es muy difícil cumplir o satisfacer los requerimientos de toda una sociedad que habita en tres regiones naturales y de características pluricultural y multilingüe, desde todo punto de vista. Cada familia es un cúmulo de problemas por lo que el paisaje en cuestión es inmenso en requerimientos que resulta falso decir cómodamente que con una ley se benefician todos por igual. En este sentido lo primero que hay que hacer es unificar criterios de desarrollo sostenido analizando las realidades de cada zona y el hombre tiene que adaptarse a los nuevos dictados de la modernidad en cuanto a los senderos de transformación que se debe imponer en aras del bienestar general. No es fácil poner en práctica un sistema de cambio. Se choca con una serie de problemas en la que sobresale la mala costumbre de aprovecharse de la buena voluntad del semejante. El que tiene el don de mando reina y vive de sus subalternos quienes tienen que rendirle pleitesía sino peligra su trabajo. Por la que debe haber un mutismo general ante el desatino, si es un rey prepotente que gobierna con la violencia. Por supuesto que van a saltar hasta el cielo quienes ganan dinero en cantidades sin productividad aparente al ver que se le acaba la buena vida. O ante una campaña de moralización, aquel que se acostumbró a la coima, para obtener grandes dividendos, los que forman su cúpula para ejercer mandato sin que nadie reclame, los que se enriquecen con el esfuerzo ajeno, los que gozan de todos los beneficios habidos y por haber por familiaridad, amistad o pagando dinero contante y sonante. Hay una serie de perlas que podrían acabar y a los protagonistas de tan oscuro negocio les duele en el alma. Las malas costumbres se han hecho ley y el raciocinio mezquino del que existe gratis, todo intento de justicia , el que lo propone, es un peligroso terrorista y debería estar en buen recaudo, menos libremente porque es un ”peligro para la sociedad”. Mejor debería decir es un “peligro para sus intereses de lucro”. Esto ocurre aquí y en todas partes porque siempre hay ambiciosos que creen que viven en un desierto donde ellos no más necesitan y los demás son de yeso que no tienen necesidades. Romper esta desigualdad tanto de pensamiento como de obra, es una tarea titánica que aquel que la quiera emprender, recibirá el rechazo pero de los que viven a costa de otros o los que se ponen en el plan de jueces cuando ellos son los primeros en estar en pecado. Pero como ya se ha hecho costumbre nacional, que lo que hice ayer no le debe interesar a nadie y sólo vale lo que hago hoy y queda sepultado toda una época de horrores, no falta quien aparece con blanca vestidura de santo cuando por dentro es un habitante del infierno. Así ocurren las cosas por eso la presente reflexión, es un sincero llamado a la conciencia. Ante los caprichos de querer ser sin tener las condiciones, preferible es aprender a ser lo que se desea. No solamente hay que buscar dinero, sino paz, amor, eliminar el dolor, que exista alegría y que cada uno cristalice sus anhelos de superación para bien de la humanidad.