
Al llegar a casa en brazos de mamá
con mi madurez de años, también nací.
Venías del edén con llanto angelical
y yo del eterno silencio de mis días sin luz.
Cambiaste el universo con un gemido,
tornándose paraíso el orbe de mis sueños,
siendo nombrada princesa
por mandato de DIOS.
Te coronaron los ángeles
entre cantos y alabanzas;
para siempre pleno de ilusión
anhelar ir todos los días
entre prados y valles de verdor profundo,
coger la flor más tierna de la tierra
y hacer un ramo a tus pies.
Ansío estés a mi lado
mirar tus ojos
luego verme retratado
en el azul profundo de tu inocencia,
pues cada sonrisa
es una lágrima menos en mi corazón.
Cada palabra de tus labios
al ser mar de aliento a mis sentidos
hace germinar en la soledad
de mi desértico valle
la semilla de la paz.
Más no quisiera verte crecer con el tiempo
para tener siempre tu mirada infantil
y cuando ya no pueda andar me lleves del brazo
hacia la eternidad
más no recorras mis pasos,
viviendo dichosa con tus juguetes de niña,
para reír juntos como de tu primer diente
y transitar de la mano por las calles del mundo
como una hermana menor.
25.04.2023
