OJALA FUERA MENTIRA

Si el profesional universitario no tiene un ayer comprobado, no se ha desempeñado con altura en su afamada  carrera, no ha presentado proyectos para que se apliquen en la región, no ha solucionado los problemas de su lugar donde reside con su sabiduría, no es un ejemplo de lo que predica.

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Ahora si en esta situación aún dicta clases, así tenga los más altos grados habidos y por haber, su trasmisión de sapiencia es nula porque no tiene qué ofrendar, sólo delegar saber ajeno y es que no más sabe lo que le enseñaron. El formador de nuevos valores no sólo debe ser medido por los grados que ostenta, sino también por la aplicación exitosa de su saber  en lograr a corto y mediano plazo un orbe de esperanzas en bien  de las grandes mayorías que más lo necesitan. Más él como profesional, cuál es su aporte como para motivar  en el alumno la investigación científica, si es uno más del montón que ni el mismo lo hace. Más aun cargado de honores es el causante de profesionales sin horizontes de ventura. Si la persona cree que por los pergaminos que ostenta  es un fuera de serie y más luce su altanería, apatía y cara de pocos amigos, podrá ser de todo, pero nunca un adalid en la formación de nuevos profesionales. Lo más alarmante es que si fue la persona con una inercia mental  crónica desde sus inicios, con los años se incrementa su incapacidad, de tal manera   que la avanzada edad que tenga no  refleja  calidad cognoscitiva, sino más bien un vivo ejemplo de limitación mental  por vegetar en su saber añejo sin ansias de superación de acuerdo a la época actual. En este caso las Universidades  pueden tener laboratorios, infraestructura moderna, bibliotecas virtuales. Todo puede tener, pero si en sus cuatro paredes cobija técnicos sin proyección social continua, un ser egoísta que sin haberle ganado a nadie se connota de otro mundo,  sin innovación a la vista, ajenos a la trascendencia intelectual, dueño de un trono que no más existe en su iluso y escaso razonamiento. Más si es capaz de formar  un núcleo imperturbable donde solo la integran los de igual calaña; siempre estaremos como estamos. El cambio viene de la cabeza pero si esa cerviz ya está programada a recibir dinero sin dar muestras de renovación total con fines humanistas y científicos, el ámbito puede llenarse de personas con título en la mano, pero vacíos de espíritu, incapaces de afrontar los retos modernos hacia el desarrollo que impone el mundo actual. El hombre es capaz de las más grandes realizaciones, pero si orienta sus sabios ímpetus solamente desde el punto de vista económico, se trunca su horizonte de bondades dignas de imitar. La solución está en que  sólo debe enseñar  el que da muestras de creatividad a través de publicaciones de textos originales relacionados con su especialidad, presentación de propuestas para un mejor crecimiento y desarrollo pleno de creatividad y armonía con la realidad, participación en el desarrollo político, social y económico  de la región. Sólo así, los que egresan continuarán su obra porque son  ejemplos de lo que predican. De lo contrario el conocimiento presente  irá en  retroceso, porque todo gira en torno al billete en cantidad y no va a utilizar el saber por un mejor bienestar de la sociedad. Si la trasmisión de conocimientos viene de un inepto, se está sembrando en el aire y se cosechará tempestades. El éxito de educar está en delegar saberes y esa ofrenda no hacerla difícil, sino sumamente entendible  sin que pierda su esencia de enriquecer la mente. Si hay un real aprendizaje, se puede decir misión cumplida, Más para ello se requieren de docentes de horizontes sólidos y con visión planetaria, deprendidos, amantes de las libertades y  de ideologías sin fronteras.

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