Reconocer las expresiones del alma en todas sus facetas es un don del ser humano no común en la sociedad.
Más resulta sumamente difícil para muchos, ser imparcial totalmente y valorar sus manifestaciones estableciendo un orden a criterio personal. Es que lo que para unos es lo máximo, para otros no es así, por la diversidad de pareceres. Por eso de manera muy personal, considero que estrictamente enfocando el panorama del arte, debe haber una premiación a todos los valores que deslumbran por su creatividad, habilidad, atributos o mensaje y sean homenajeados en vida como un galardón por la grandiosidad de sus aportes a la cultura de la humanidad. Por supuesto que debe haber una institución con una moral al tope para que haga dicha selección y siempre este a la altura de las circunstancias. De esta manera se evitaría que ciertos oportunistas utilicen a los difuntos para colmarlos de gloria una vez que han muerto y a los que también fueron ídolos del pueblo, se les dé un trato inferior o se les otorgue lo que en vida nunca gozaron. Es que colocar en el sitial que siempre se mereció a una persona cuando pasa a mejor vida, la acción de no haberlo ejecutado en su debido momento; para mí es inhumano e indignante al ser la más cruda muestra de ingratitud e indiferencia con aquellos seres que en alguna parte de la existencia nos dieron profundas satisfacciones a través de sus cualidades artísticas. Esta reflexión me trae a colación las exequias un tanto humilde de nuestra Reina y señora de la canción criolla Jesús Vásquez que en comparación con el sepelio pomposo del Arturo “Zambo” Cavero, se nota una diferencia tremenda cuando ambos tuvieron los atributos necesarios para merecerse lo mejor pero en igualdad de condiciones porque demostraron a toda luz una excelencia musical que pocas veces se ha visto en la historia de la criolla canción. Ante esta visible muestra de inconciencia humana, solo resta decir con lágrimas en los ojos, como decía el bardo inmortal de todos los tiempos Felipe Pinglo Alva y la misma Jesús ¡Señor porque los seres no son de igual valor! Si bien es cierto que las obras civiles significa crecimiento y oportunidades de realización para una gran masa humana de la ciudad, nadie puede negar que el arte integral cuando nace del alma, es el pan del espíritu y en medio de tanta violencia, delincuencia y ambición es como un ente regulador de las conductas personales. Además son virtudes humanas que no la tienen ni los más altos funcionarios, mandatarios, o eminencias del mundo. Son atributos que no se logran en Harvard, o Yale. Pero si crean expectativas, admiración y dan alegrías con la calidad de sus ofrendas, que ya lo quisieran ostentar aquellas personas cargadas de medallas y honores pero que no llegan al alma del pueblo por su descarado oportunismo, cuando en el campo de la creatividad e innovaciones, no le ha ganado a nadie. Es que los que trascienden por la grandiosidad de sus bondades inimitables, son espíritus desprendidos de toda ambición, riqueza o grandeza terrenal y sólo dan a conocer los reflejos de su mundo interno como una afirmación más que la vida es servir a su entorno sin esperar recompensa. Por supuesto que tienen iniciativa de gozar de todo lo que brinda la vida, pero muchas no pudieron a pesar de sus intenciones; porque hay la mala costumbre de marginar al que dice la verdad o no se adapta a la línea oscura del que vende ilusiones, pero que primero va la suya y nunca la de los demás. Muchos de ellos jamás amasaron gran fortuna ni la calidad de su arte lo disfrutaron en vida; pero han dejado huellas inmarchitables para la posteridad y por eso solo físicamente no están con nosotros, porque espiritualmente serán eternos. Como son pocos pero son, deben ser dignos de seguir sus pasos y que si tan sólo 6 de cada diez personas fueran creadoras, nuestra patria no solamente fuera un paraíso, sino una nación formadora de generaciones amantes del amor, el progreso y la paz.