LA CAPACIDAD LABORAL DEL SER

El éxito de toda empresa depende en parte de las capacidades del personal, pero si entre los que dirigen el ente hay personas que se dejan llevar por el amiguismo, partidarismo, o familiaridad y no valoran al talento actual; el éxito del grupo humano se torna nebuloso por la escasa capacidad e identidad de sus integrantes.

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En la catalogación de actitudes en la cual llevan al fracaso todo proyecto, son los  oportunistas de todos los tiempos y tiene mucho que ver el falso baluarte. En vista que nada  aporta por su incapacidad y por su sola avidez al dinero, pero nulo en brindar servicio; origina el caos entre los demás integrantes del equipo porque muchas veces gana igual o más que los demás integrantes que si aman al trabajo y a la institución que los cobija. Más desgraciadamente en esta sociedad de las últimas épocas, hay un sector que anda tras el poder y apenas tiene la oportunidad, se sube al carro y no se quiere bajar jamás. Inclusive hay un tipo de individuo, que sabiendo de sus limitaciones, se vale de artimañas para elegirse trabajo y asegurarse en el puesto mientras dure el poder del amigo de ocasión o al que le brindó apoyo en campaña electoral. Ocurre en el peor de los casos, hasta cuenta de sus hazañas que hace como trabajador en la cual todos toman decisiones bajo su tutela,  de los futuros lugares puede ocupar, pero que no lo hace porque no le conviene, pero que valgan verdades, todo es mentira. Hace toda una publicidad de sus actividades  en la que prima la pedantería y se da unos aires  de ser egregio ante su ocasional tribuna, como si fuese  indispensable, cuando solamente se le tiene de  favor. Está demostrado hasta la saciedad que con gente como la que he descrito, no se llega a ninguna parte. Como también ocurre con personas que trabajan en diversas dependencias y en ninguna rinden bien. O el otro tipo especial de persona que a pesar de haber cumplido su ciclo laboral, insiste en seguir en la palestra cuando está totalmente desfasado de la modernidad. Acepto que si en su vida útil fue una eminencia gris que rompió esquemas en base a creatividad, puede aportar su experiencia en bien de un  mejor desarrollo institucional; pero si tan  solo fue un servil más que decía  “SI” a todo pero que jamás hizo gala de iniciativa y nunca trascendió en nada porque solo fue un consumidor y con las justas lo conocen sólo en su casa y lució un nivel de incompetencia increíble, en realidad está de estorbo, quitando el trabajo a quien si puede rendir por ser dueño de una comprobada eficiencia. Todo tiene su momento y no se le puede pedir manzanas al palto. Quien no muestra una cultura de acuerdo a los grados que ostenta, esta a la misma altura de aquel que nada sabe, por lo tanto el diploma o la medalla, no hace a la persona, sino las obras que hizo o está haciendo en pos de más bienestar con visión planetaria, lo demás es fantasía y nada tiene que hacer en este mundo competitivo.  En este caso, para  alcanzar la cúspide la popularidad en cualquier rama del desarrollo económico dentro de la sociedad, lo único que vale es tener un personal idóneo físicamente, mentalmente y espiritualmente hablando, en constante actualización, totalmente identificado con la empresa y con vocación de servicio, entrega y desprendimiento con las grandes causas que mueven a la población que los circunda. Si no hay una inteligencia interpersonal e intra personal y solo se asiste al centro de trabajo por el sueldo que se va a percibir a fin de mes, en este caso es una fuerza laboral improductiva que  solamente conduce al abismo a la entidad contratante. De ser así, para llegar al umbral de la excelencia, hay que limpiar las instalaciones de todo ese tipo de seres que anteponen sus necesidades personales a la de la empresa porque solo son una carga que a la corta y a la larga sólo son un cúmulo de negativismo y que en pleno siglo XXI ya no hay espacio para tal mediocridad.

 

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