Desde que el día amanece, por cualquier medio informativo, la persona común y corriente se entera de unos casos que parecen extraídos de una novela de terror. Violencia, delincuencia, raptos, violaciones, asesinatos, accidentes en carreteras, desatinadas actuaciones de los padres de la patria.
En fin, todo un abanico de incongruencias que en lugar de irse al trabajo, dan ganas de marchar directo a la Iglesia y rezar por que la cosa esta para correr. Es que ante tanta desventura, ya no hay dónde ni a quién recurrir y buscar una solución. Pero qué es lo que sucede en nuestra patria. No es que las autoridades no hagan nada, sino que están enfrascados en satisfacer al pueblo de sus necesidades, mientras que por otra parte avanza la procesión porque aún no se ha encontrado el remedio que cure las inconductas humanas. Es que no hay un día que haya una buena noticia y si es halagadora es momentánea y nuevamente continúan las tragedias, incendios inundaciones robos, huelgas, mentiras, falsas promesas, que el pueblo ya no tiene en quien creer. Más así como están ocurriendo los hechos, el asunto tiene para rato. No se encuentra la fórmula ideal para que cada peruano se sienta contento con lo que hace y con lo que tiene y la forma como se viene proyectando en su ámbito social. A cada instante se habla de bonanza económica, ante el aplauso de los incondicionales que abundan cuando ganan dádivas por apoyar las ilusiones del que lo dice, pero al menos en nuestro habitat, no se nota porque la pobreza es la que reina, tal vez en otros sectores sea verdad. Pero qué es lo que viene ocurriendo que no se encuentra la brújula para zarpar a buen puerto. El que tiene un trabajo que le cayó del cielo porque méritos no tiene para ejercerlo, vive feliz y se quiere eternizar en ese lugar porque su horizonte de acción es comer, dormir y tener bienes como sea, así pase hambre. El otro tipo de persona, pleno de creatividad y esperanzas que a parte de sus necesidades vitales, intenta cambiar el mundo con realidades y proyectos que produzcan bienestar, es acallado por la avalancha de sumisos y serviles que siempre marchan a la vanguardia del oportunismo. Así suceden los hechos cotidianos de cualquier ciudad. Lo que ocurre según mi opinión muy personal y respeto la del amigo lector. Todo es producto de la improvisación, de personas que se creen dueños de los puestos donde laboran porque apoyaron en la campaña, porque aún existen seres que se han acostumbrado a vivir a la sombra del poder y porque una gran mayoría se preocupa que no le falte para comer, pero le interesa un comino su preparación constante y actualización de sus conocimientos para rendir cada vez más en sus acciones diarias. Aquí reside la raíz de todo lo que nos viene pasando y seguirá así porque se sigue en una competencia a muerte por tener bienes materiales y los que tienen el poder de decisión por ser gobierno, no destinan dineros a levantar al arte integral. Un pueblo que no baila, no canta, no ríe, no lee poesías, no ve pinturas, muestras fotográficas, no escucha conciertos de música clásica, no ve fotos; en realidad no vive; está agonizando y peor aún si solo se le brinda teknocumbia, chicha o alguna otro ritmo musical que no tiene mensaje ni trasmite armonía espiritual; está condenado al fracaso y a existir por toda una eternidad, dentro de una mediocridad sin límites donde la violencia y el engaño será el pan de cada día. Tendrá crecimiento por que la plata todo lo puede, pero desarrollo jamás porque eso depende de la conciencia, humanidad y de las bondades del hombre y eso no se compra en el mercado, sino se cultivan en lo más profundo del ser. Más si no hay esa esencia vital, todo cae al vacío porque lo que no tiene raíz, muere.