EL AFÁN DE TRASCENDENCIA

Es muy tentador y halagador formar parte del desarrollo de los pueblos con acierto y calidad humana, sobre todo cuando se tiene cualidades para ejercer tal o cual puesto en bien de las grandes mayorías y en completa libertad.

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Pero cuando se es producto del partidarismo, del amiguismo, de la argolla, de las cofradías de turno, se consigue el umbral muy pronto pero también la despedida resulta desastrosa, porque muchas veces se ansía lo que aún no tenemos experiencia y por los desaciertos, lo que pudo ser un triunfo, acaba con una estruendosa derrota por querer volar cuando aún no se sabía andar. Las responsabilidades en la vida son innumerables, pero cada cual hay que asumirla a conciencia y con el verdadero afán de servir. Nada se debe hacer por cumplir simplemente o porque tengo que obedecer al superior que rige mis pasos por ser parte de su séquito. Hay que tener una verdadera vocación de servicio en el corazón porque para eso hemos venido a este mundo. Claro que alguien puede aducir que, gano muy poco, cómo voy a trabajar tanto ¡para lo que me pagan!. Acerca de ello, hay que pensar que si una persona está al frente de una obligación es porque lo ha querido y nadie se la ha impuesto, por lo tanto a cumplir se ha dicho de la mejor manera. Esa debe ser la norma de vida de cada persona consciente de sí mismo y que sabe que vivir es no solamente servirse así mismo, sino también a los demás como si fueran vuestros hermanos. Una individuo cuyo único fin es esperar que llegue a fin de mes para cobrar y vivir cómodamente satisfaciendo sus necesidades sin pensar que a su alrededor hay otros que no tienen esa dicha ¿Qué juventud podría formar? Un persona llena de ego que solamente le interesa mantenerse en el umbral que ella misma se ha creado pero que en cualquier momento se cae y no se levantará más? Que podría aconsejar? Los que han hecho de la educación un negocio pero que hablan de excelencia a cada instante, ¿qué alumno van formar? Si educar implica,  aprendizaje, sapiencia y dedicación a tiempo completo. De muestras de este estilo de existencia, el mundo está lleno. Se cambia de parecer con la velocidad de un rayo. Tan es así, que hasta el malo se vuelve bueno y viceversa. No faltan los que después de una no tan fructífera labor de treinta años, sin mínima trascendencia, creatividad y contribuciones a la sociedad de acuerdo a sus conocimientos y labor investigativa; a las finales se vuelven regidores, líderes sociales, políticos, consejeros, periodistas, quieren ser autoridades y otros apetecibles caprichos que linda con lo irreal. ¿Por qué esa determinación? Ocurre por ego, deseo de protagonismo, ambición desmedida y algunos por capacidad. Más no se piensa que todo tiene su momento y lo que no se hizo a su debido tiempo es mejor no hacerlo para no quedar en ridículo que es lo que está muy de moda en estas alturas del encuentro. El que menos se mete a lo que no debe y después termina sin pena ni gloria y con una condena de indiferencia que se arrastrará hasta a las futuras generaciones. Por eso no hay que actuar como si al mundo se va a acabar mañana y se quiere acaparar de todo, dinero, puestos de trabajo, riquezas, comodidades. La vida florece con su mejor color cada día que amanece. Por eso no hay apuro. Lo mejor es aprender, desarrollarse, ser creativo, dar frutos, delegar sapiencia y enseñar lo que se sabe para que la sociedad camine por la senda de éxito, sin ambiciones ni egoísmos. La ruta de la prosperidad de los pueblos del mundo, no está en formar grupos para subsistir, amparados en la mentira; sino en la libertad de acción en la cual cada uno pueda dar su aporte según sus aptitudes con visión de sociedad, deparando el bienestar de manera solidaria y con objetivos comunes.

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