UN LLAMADO A LA CORDURA

Cuando se trata de elegir a una persona para que dirija los destinos de alguna institución o Región, debe primar ante todo un gran sentido de ecuanimidad y sinceridad consigo mismo y respeto por los demás.

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A mi entender, deben tener en cuenta dos puntos muy importantes.  ¿Tengo las cualidades necesarias para merecer tal honor? ¿Cuento con la vocación necesaria para servir sin esperar recompensa? Es que no faltan quienes se la pasaron  toda su vida por encima de la cresta de las olas pero nunca dejaron  un hito por la cual deban ser recordados por las multitudes, pero siguen con  la terca idea que aún tienen preferencias populares cuando ya  hace tiempo la perdieron. Como también hay otros tipos que nunca estuvieron en política  pero que por estar en el pico más alto de la popularidad por razones ajenas a la acción de ejercer gobierno, por esa nueva altura, creen que la da la suficiencia como para convertirse de la noche a la mañana en una autoridad pública. Como también ocurre, con aquellos que jamás fueron capaces de dar nada de si, en bien de las grandes mayorías necesitadas, se aseguraron solamente ellos y sus familiares y a las finales  salen frescos como lechuga con el cuento de toda la vida “que postulan porque quieren servir a su pueblo” Si cada cual sabe qué clase de gente son. El pueblo también sabe que pie cojean o las bondades de sus  candidatos. Por lo tanto no se puede seguir  ofreciendo mentiras a diestra y siniestra  por obtener votos. En este caso los mismos seguidores deben ser totalmente cautos  e imparciales y darse cuenta que si  aquel en quien creen ciegamente ha cumplido, cumplió o  cumplirá y si no cubre las expectativas, poner las cosas en claro y tomar el verdadero rumbo de la victoria. Solo así habrá un cambio que marque diferencia. Pero no ocurre así. Si el que encabeza la agrupación gana  de la manera que fuera y todos los que se cobijan  bajo su manto gozan de las dadivas que necesitan para vivir, no les interesa en lo más mínimo si la función que realizan es a beneficio del pueblo o no.  Cada cual busca su conveniencia personal pero no  a nivel región ni país. Por eso es que estamos como estamos. Inclusive con todo desparpajo se les reelige de nuevo. Entonces en qué quedamos. ¿Quién tiene la culpa del atraso?. Los dos pero por lógica más tiene el que lo  elige que el que delinque, pues sabiendo de su negatividad, nuevamente se le da el don de mando.  Por eso en estas nuevas elecciones municipales y regionales, de una vez por todas que se tengan en cuenta  muy bien lo que digo en esta reflexión, que no es nada nuevo sino que se sabe pero no se  hace nada por cambiar porque da la impresión que una gran parte ya se acostumbró a vivir de esta manera. Ser fiel a quien le da el pan con dinero ajeno, así tenga que arrodillarse, con tal que se gane dinero no importa el honor personal y se olvida cínicamente que  hay tantos que no saben qué hacer para llenar la olla desde que DIOS amanece y se encuentran así porque no son adeptos al partido gobernante. Esto debe cambiar de una vez por todas  por el bien de todos los peruanos conscientes que no tienen la culpa que exista un grupo de serviles, convenidos, indiferentes, ingratos, mediocres y sin sangre en la cara que le alfombran el piso a la autoridad con tal de tener trabajo  así haya que arrastrarse. Esta forma denigrante de existir debe acabar para siempre. Hay que habitar esta faz terrena sin grilletes en la mente, sin empeñar la conciencia, con libertad de pensamiento y sentimiento, sin negociar la verdad y elogiar  a la mentira por ser su fuente de ingreso, despojados de ambiciones y maldades totalmente. No hay que vivir hermanos, como si el mundo se fuera acabar mañana, queriendo acaparar hasta lo que no existe. A pesar de todo, la vida continúa.

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