Los jóvenes se forman con más capacidad y tienen pasta investigativa cuando tienen al frente un docente carismático, empático, de probado conocimiento y con profunda visión de futuro y compromiso de realización grupal para que puedan expandir sus virtudes los hombres que desde el presente edifican el mañana.
De lo contrario no tienen a quien imitar ni a seguir en este camino de escabrosas colinas que nublan el horizonte de triunfo de la juventud por que no los motiva en nada. En esta entrega de enseñanza aprendizaje sólo tienen éxitos los educadores que marcan diferencia porque trasmiten una sapiencia de acuerdo a las nuevas tecnologías que imperan en el mundo entero. En esta ofrenda intelectual lo que debe primar son las primicias de primera mano, de fuente verdadera, de tal manera que sea novedoso para el alumno ávido de situaciones nuevas. Otro punto importante es que la sabia entrega debe ser entretenida amena y no tediosa y aburrida. Para lograr este umbral de efectividad, el maestro tiene que ser un artista en potencia con cualidades comunicativas de avanzada que le permita llegar al corazón del alumno con buenos y mejores resultados. Para ello es preciso que los educadores sigan la ruta ascendente que oferta la educación para dar mejores frutos. Por la que no deben quedarse solamente con el grado que egresaron, sino seguir escalando hasta los puestos más altos en el ámbito educativo. Pero no aprender más o lograr otros laureles solamente para escalar posiciones, pedir mejor pago o conseguir notoriedad en la sociedad, sino para enseñar mejor. Es que muchas veces los deslumbrantes grados superiores que se obtienen no reflejan en la práctica los galardones del cual vienen precedidos. En este sentido, el educador debe justificar con hechos y con capacidad creativa el umbral que ostenta. No basta la medalla de oro o la banda dorada, sino la proyección de esa sapiencia en la solución de los más grandes problemas nacionales en base a la investigación científica. Si la cima ha sido conseguida por medios nada claros y sus trabajos no propenden más calidad de vida, estamos ante un distinguido profesional que muy bien se le puede catalogar como el oro nativo. Puede que tenga el brillo de un metal precioso pero aún se encuentra en estado bruto y no da para más sino se cultiva de verdad. Porque al ser puro título y nada de efectividad, pierden toda credibilidad frente a los estudiantes que por muy jóvenes e inexpertos que sean, saben distinguir muy bien la mediocridad de la calidad. Con esta reflexión a donde se quiere llegar, es que cada cual debe ser sincero consigo mismo y no vivir de apariencias. Se puede engañar a todo el mundo pero menos a su conciencia y a los alumnos que esperan de él lo mejor de su ciencia, arte y cultura. Cada cual sabe lo que es, por esta razón para qué seguir tercamente luciendo una careta que solo tapa los defectos por cierto tiempo nada más. Sólo esconde la real personalidad porque bajo de ella sigue viva la siniestra figura de un personaje que por adentro no demuestra lo por afuera luce con galanura. Entonces el que es consciente consigo mismo tratará de prepararse para que exista una igualdad entre los honores que luce y la transmisión de sapiencia. Claro que muchos dirán, que una actualización cuesta un ojo de la cara, puede que tengan razón pero no todo se quiere de golpe y además hay diferentes métodos como para estar a la altura de las circunstancias. Lo que nunca debe faltar en la persona y no cuesta dinero en efectivo, son las ansias de superación personal, los deseos de transformación del entorno y una fe que trasmita de corazón unidad universal.