ENTRE EL ABISMO LA GLORIA

Recuperar el tiempo perdido es posible si solamente hay humildad en el ser.

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Si la vida se encamina sin apasionamientos desmedidos, favoritismos  y egolatrías, es posible retomar la senda del éxito que a veces se torna esquiva por banalidades y mezquindades. “Nunca es tarde” reza el dicho pero cuando los años pesan y se camina contra el tiempo porque se acorta la existencia, los sueños no se cristalizan con facilidad y premura. Por esta razón es muy recomendable que toda realización humana debe hacerse a su debido tiempo y en el momento preciso. Todo tiene una forma de ser en el mundo y no es como muchos insulsos se lo imaginan por supuesto a su favor. Eso que “hay tiempo para todo” a veces no es tan cierto. Lo único real es lo que se hace por  amor a los demás más no para beneficio propio sino de todos los que nos rodean en completa igualdad.  Solo así se tornan  duraderos los peldaños que se logran en la escalera de la vida. De lo contrario, el hermoso castillo de ilusiones se derrumba y se lo lleva el viento para siempre porque no era ni de arena siquiera. Por eso es que hay personas que hoy día están en la cima de la popularidad saboreando las mieles de la gloria y de pronto se le ve pidiendo auxilio desde el fondo del abismo de la incomprensión y el abandono. Por lo tanto no es éxito luchar toda la vida para ascender a las alturas del pódium de ganador sino mantenerse en ella eternamente. Para ello hay que ser espiritualizado de cuerpo, alma, mente y corazón. En este sentido, el que tiene el poder en sus manos porque se lo otorgó el pueblo, el dinero, las amistades,  su especialización y no proviene de sus afanes de transformación e inventiva a favor de los que más necesitan o requieren de sus bondades, de nada sirve caminar por el aire con la mirada en el infinito porque todo es  pasajero cuando se violan las leyes universales de la naturaleza. El resultado es  de nada le vale andar lejos porque al final se pierde el camino a la victoria y queda tal como empezó y lo peor, repudiado, odiado, maltratado, insultado. Y hablando en oro no duele tanto el castigo físico, sino el señalamiento de la historia y el olvido que a veces se prolonga hasta la propia descendencia. En este caso los reyes omnipotentes, los jefes prepotentes,  los que se creen que son de otro planeta, tienen su ciclo de mandato nada más y después vuelven a ser lo mismo de antes. Al final sin la corona de mando, son iguales que cualquier persona con sus virtudes si es que la tienen, porque a veces lo que más sobresalen son sus defectos que los oculta muy bien, o tiene gente a su lado que le maquilla la imagen. Estas inconductas sobre la cual  reflexiono no es ninguna novedad, pero a pesar de todo, a sabiendas aún hay quien los comete. De un momento a otro, el cuerdo, el moral, el incorruptible se le ve con la soga al cuello por algún desliz. Es que las tentaciones se tornan  muy poderosas  cuando no hay una bien cimentada personalidad. Además de la ambición a la equidad solo hay un paso que los separa. Por eso hay que meditar muy bien antes de tomar una decisión que nadie está libre de nada. Preferible es prevenir que lamentar.  No se puede echar por la borda toda una vida de  grandiosidades por un segundo de indecisión. En la cordura está la clave del triunfo en dar con el corazón está la llave de la felicidad, Hay que ser capaces de edificar con esfuerzo nuestra senda ganadora y no ser el conductor apurado hacia la desgracia personal. El mal conduce a la oscuridad eterna del alma y hacer el bien propicia ser el dueño de un paisaje de ventura así las balas enemigas quieran derribar los sueños del hombre.

 

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