La estela oscura que deja una mala acción, depara a la corta y a la larga un camino lleno de nubarrones que muy bien puede truncar las aspiraciones de grandeza que cada hombre, en pos de realización personal, guarda en lo más profundo su ser.
Es que si el hecho de ser educado garantizara que la persona jamás va a errar, entonces el mundo estaría lleno de sabios, pero todos sabemos que no es así; lo que hecha por tierra al pensamiento de los que erróneamente creen que mientras más se sabe hay menos inmoralidad. Si fuera así, entonces cómo se explica que el poder judicial procesa delitos de gente de envidiable talento y las cárceles del mundo están llenos de delincuentes que alguna vez egresaron de algún centro superior técnico, pedagógico y universitario, más que por esas cosas del destino, están tras las rejas cómo cualquier persona común y corriente. En una opinión muy personal basada en la realidad que se vive en todas las latitudes del orbe mundial, en muchos casos, la sapiencia no es sinónimo de calidad humana. La mentada sabiduría esconde entre su noble ropaje al más vil de los individuos. Inclusive no siempre, hay honrosas excepciones, las medallas doradas, las patrióticas bandas, los honrosos títulos, los grados generosos; sirven de cortina para cometer las más execrable vejaciones en contra de la humanidad. De casos de esta naturaleza, la historia es testigo de crueles episodios que corrobora en toda su magnitud lo que en esta reflexión dejo a consideración, por si alguien se sienta herido por ser demasiado susceptible a lo que ocurre fehacientemente en el mundo. En este sentido, si el que nada sabe esta sujeto a los más indecibles deslices y el que es toda una eminencia también. Es que la ambición, la envidia y la maldad habita en el ser mas humilde como en el que camina por sobres las nubes. Ante esta triste realidad, lo único que queda es que cada uno de nosotros marchemos vigilantes de nuestras propias acciones. Además, quién no sabe a lo que se expone si empieza a transitar por los caminos vedados de la injusticia. Nadie es tan inocente para decir que lo hizo porque no tenía conocimiento ni suponía lo que podía pasar. Simplemente es que muchos interpretan mal el hecho de tener mando y poder. Creen que eso le da libertad para hacer lo que le venga en gana y no es así porque tarde o temprano se ve frente al dedo acusador que lo señala como causante de tal o cual aberración y que hecha por tierra su aureola de grandiosidad. Se inculca constantemente los beneficios de la humildad, el que sabe debe enseñar y el que no, debe aprender. Pero ocurre lo contrario en la vida práctica. Ambos buscan el camino mas corto hacia la obtención de riqueza monetaria. El primero irradia una virtuosidad que no es fruto de su creación sino de parajes extraño a nuestra heredad y el segundo sabe muy bien que arrimándose al árbol que da más sombra puede vivir feliz por cierto tiempo. Se prostituye el conocimiento y se menosprecia la libertad, por la que el hombre se torna en un ser vacío que solamente le importa tener una abultada billetera aunque sea repitiendo ideas ajenas pero el cerebro vacío que no le da una proyección a futuro. Por eso según mi parecer, tener un titulo y no ser creativo equivale a tener mejor armamento pero se pierde la guerra. Ojala que el hombre se concientice y no siga siendo solamente el guardián de su propia sangre sino piense por siempre con espíritu innovador y motive a las masas humanas a seguir por el camino de las transformaciones inmediatas. Pero no hay que olvidar que solo se enseña con el ejemplo. Si no lo somos hay que intentarlo porque de lo contrario no tendríamos nada que ofrendar a las futuras generaciones. Para ello no hay que vivir como si el mundo se fuera acabar mañana. La vida empieza cada día que amanece y ni siquiera termina con la muerte cuando las huellas del hombre son imperecederas.