LA FALSA AUREOLA DEL TRIUNFO

La sobrevaloración desmedida de las personas los eleva a demasiada altura que  muchas veces  los lleva a peldaños inimaginables y al estar en ese umbral de magnificencia, no saben comportarse en esa latitud como su status se lo merece y lo  único que consiguen es quedar en ridículo o tienen que valerse hasta de los enemigos para sobresalir y no quedar mal ante los demás.
 
fre-14
 

Esta ocurre comúnmente , inclusive no faltan quienes se meten a camisa de once varas y dicen muy orondos, “no se mucho de lo que me he metido pero poco a aprenderé”. Existen oscuros individuos que de la noche a la mañana se ven en la cima de la popularidad y ni siquiera ellos mismos saben cómo han llegado. Solamente son vanos productos de la publicidad y que una vez que están en el cielo pasan totalmente desapercibidos y solamente son encumbrados por aquellos que le dieron la vida o reciben migajas por su apoyo aparentemente incondicional, cuando están metidos en la danza por el dinero. Esta es la razón por la que aquellos que se están donde no deben, cuando se acaba su reinado terminan sin pena ni gloria. Ingresan en medio de una fiesta general pero acaban criticados y luego son olvidados olímpicamente porque no merecen ser recordados. Es que el falso brillo que se le da, no dura toda la vida, llega un momento que se descubre toda la verdad y todo el grupo de la farsa cae por el suelo herido de muerte y no levanta jamás. La acción de crear una silueta de sapiencia a una persona, cuyos atributos no son de primera línea, es mentir a la población. No se concibe la idea que existan compatriotas capaces de tejer toda una desconocida telaraña para venderle al pueblo una careta  de sabiduría cuando su sabia que irradia  no va más allá de medio metro de su incapacidad. En este caso hay que aplicar el antiguo refrán pero que tiene mucha filosofía “Zapatero a tus zapatos”. El asunto es que se sabe pero no se le tiene en cuenta. Ocurre que aquel que medianamente se jacta de ciertos conocimientos ya se cree con derecho a ser presidente. Se da esos aires de grandeza pero que para aquellos que los conocen muy bien, no es otra cosa que una pieza más del tenebroso engranaje del oportunismo y de la casualidad.  Es que hoy en día el que con las justas corre, ya quiere volar y el que a duras penas se levanta un metro de la tierra, sueña con ser astronauta. Tener ilusiones es bueno siempre y cuando estén de acuerdo con las cualidades personales. De lo contrario es simplemente ambición y eso dañino porque se trata de ascender por la escalera del éxito, desplazando a los demás que sí tienen los atributos necesarios para trascender y convertirse en una luz en el camino para todos los que vienen detrás en pos de tiempos nuevos. Por eso es necesario que cada cual sea consciente de sus aptitudes. El que quiere conquistar las estrellas debe tener los requisitos necesarios para llegar a ello, de lo contrario se esta generando una lucero sin luz.  El que no tiene el mínimo de innatismo, debe tratar de adquirir conocimientos para que pueda lograr lo que se propone. Pero jamás querer ser un astro luminoso del firmamento si tan solo es dueño de una débil flama. No hay que olvidar que de la fama al fracaso, del bullicio al silencio hay tan solo un paso. No hay porque fabricarles bondades al que no la tiene, en cualquier momento se le destruye el castillo de fantasías y resulta que no era real tanta belleza. Es el momento cuando las caídas duelen más. Para evitar esos golpes  que de imprevisto no tienen nada, es preciso pisar tierra firma y no caminar por las nubes como si fueran gran cosa, cuando viéndolos bien; son no más que promotores de la mentira pero disfrazados de eminencias con talento ajeno. Es tan reducido su capacidad cerebral y su calidad humana que son simples transmisores de ideas  prestadas porque no tienen el don de la creatividad.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *