Prácticamente todos los seres humanos con algunas excepciones, deseamos ser aprobados por los demás.
Es una necesidad psicológica fuertemente arraigada en la personalidad, que de alguna u otra manera orientan nuestras conductas en determinadas direcciones. Es bastante reconfortante escuchar un elogio de aprobación por nuestro trabajo, una sonrisa de aceptación, unas palmaditas de felicitación adjudicándonos calificativos sobresalientes, un apretón de manos ratificando su confianza, un sí a nuestros trabajos e ideas, en fin todas aquellas manifestaciones de aprecio y reconocimiento por sí mismos constituyen un alimento de la confianza y la seguridad de uno mismo. Todo ello es muy bueno, sin embargo cuando vivimos pendientes de esas lisonjas, cuando las cosas que hacemos están hechas básicamente para recibir este tipo de recompensas emocionales, desnaturalizamos una buena parte de nuestra personalidad, nos convertimos esclavos de la opinión ajena. Todo lo que digan o hagan los demás pasa a ser más importante de lo que uno mismo pueda decir de su trabajo u actos, hacemos de los demás nuestros jueces, por lo que toda actuación personal pierde su espontaneidad y naturalidad. Pero lo peor que pueda pasar es ponernos a merced de la opinión ajena, que no radica precisamente en perder o ganar elogios, si no en que nos generan una gran inseguridad y una enorme tensión. Las desventajas que se revierten por vivir a expensas de la opinión ajena de los demás son: Pérdida de placer del trabajo por el trabajo, tensión psicológica, nos preocupamos más de parecer que ser y resultamos ser mediocres e hipócritas, el valor de nosotros depende de otras personas. Pero lo que debe hacer para vencer estas desventajas y pésima forma de calificarse es: Comenzar a sembrar entusiasmo y optimismo en uno mismo, Actúe siempre decididamente, piense de usted. en forma positiva, Sienta que vale, Lo que digan los demás de usted es problema de ellos, el problema de usted consiste en tener una opinión favorable. Lo que al final interesa es lo que es, no lo que la gente se imagina que es, Haga todo lo posible para evitar compararse, esto resulta poco inteligente y no es otra cosa que un desperdicio de energía, porque todos tenemos aptitudes y limitaciones en nuestros conocimientos. Acéptese con sus limitaciones, si algo es absolutamente necesario aprender para dejar de depender de la opinión ajena es a ser afirmativo. Diga sí cuando quiera decir sí y no cuando desea decir no y finalmente sería conveniente que usted se establezca una serie de metas y proyectos de corto o largo plazo y cúmplalos en cada momento de su vida y verá que los resultados son halagadores para el espíritu y redundará en una vida feliz.
El qué dirán no debe existir en la mente del hombre de éxito, porque siendo dueño de su porvenir, no puede vivir pendiente de opiniones de otras personas que a nada bueno conduce. Si en la persona existe el sentido común, sabe de sus cualidades, defectos y a dónde quiere llegar, el camino a la excelencia le llegará por su propio peso, Para ello es preciso que la persona muera en defectos y renazca en virtudes. De lo contrario la ruta del éxito será cada vez más lejana porque no hay en el ser la fuerza de voluntad suficiente para volver a empezar y conseguir la meta que solamente está destinada para todos aquellos que aman para toda la vida.