Querer avanzar  y obtener logros que marquen la diferencia en el ámbito donde se desarrolla la existencia, intervienen factores en la cual ocupa un lugar preponderante la unión familiar.

Si en el hogar existe una comunicación afectiva y empática, hasta los más difíciles problemas tienen solución porque la casa por muy humilde que sea, ejerce una influencia mágica expresada en una fuerza telúrica que hace que brote la solución oportuna si la energía que mueve al ser es el amor y se tiene fe en un ser superior universal. Por esta razón, en ese regazo hogareño se generan todos los mecanismos para emerger con la aureola del triunfo a pesar de todos los avatares que puedan agobiar a la vida. Para tener ese sentido extraordinario de vislumbrar ventanas de luz cuando todo es oscuridad, no hay secretos ocultos de imposible realización para el común de las personas, solamente hay que ser practicante de  las virtudes humanas y vivir en este mundo como si todos fuéramos hermanos de sangre. Si es posible, crear más aptitudes en nuestras  entrañas que nos permitan ser agentes de bondad cuando la desolación lacera el alma y estrella luminosa en la penumbra  de los días  del que padece de orfandad. Aquel que no sólo ve defectos en sus semejantes, es capaz de comprender a los demás y dar la mano al caído, está yendo rumbo a vaticinar su futuro gracias a sus buenas acciones y podrá mirar más allá de lo que se ve comúnmente. Cada persona es todo un potencial de realizaciones,  lo único que falta, es  llenar de agua cristalina la  fuente que agita sus latidos  y mirar el horizonte como si ya fuera propio y empezar a caminar con la frente en alto, junto a una sociedad que agoniza pero sin contagiarse de sus emanaciones dañinas. El hombre es el único ser que puede estar junto a la podredumbre pero no infectarse porque está diseñado magistralmente para vencer y ser un eterno ganador siempre y cuando desee serlo. Surge esta impetuosidad de autenticidad, cuando uno se mira en el espejo de la sociedad y no quiere ser uno más en la inexpugnable selva  de fierro y cemento que engulle todo lo negativo como si fuese un pulpo gigante y hambriento. No hay que dejarse atrapar inocentemente por la vorágine del medio ambiente y sacando fuerzas de flaquezas, anteponerse con valentía a su dulce encanto y salir airoso por la puerta grande ante la embriagante y cruel tentación del brillo del oro. En realidad, no se pretende dar a entender que se debe andar inmaculado de una pureza angelical para lograr la cima del éxito, sino al menos intentarlo y si se cae en lo mismo volver a empezar, hasta que  el hacer el bien sea nuestra forma de vivir y jamás claudiquemos ni por todas las joyas del mundo.  Toda riqueza mal venida, se va como el viento y lo único que dura es lo que nos cuesta esfuerzo y sacrificio. De igual manera, se puede vivir feliz rodeado de todo cierto tiempo, haciendo daño para obtener beneficios personales, pero llega el momento que también se acaba y es cuando; aparte del remordimiento de conciencia, la sociedad te señala con el dedo acusador e inflexible a ti y tu familia que quizá nada tiene que ver en el asunto y eso duele más que cien años de cárcel. Por eso, lo más recomendable, es avanzar por el sendero pisando tierra, compartiendo todo lo que nos brinda la vida pero compartiendo hasta lo poco que se tiene. Es que sólo recibe el que da. De lo contrario, puedes ser un potentado que algún día terminará de la misma forma como empezó, ya que así se nazca en una cuna de oro, al final todos nos vamos de este mundo de la misma manera. La riqueza material es pasajera, lo único que es eterno, es la grandeza espiritual.