Una patria cuando avanza en continua agonía, se hace difícil la existencia y todos tratan de subsistir pensando que la vida es corta y lo único que queda es hacer dinero, vivir cómodamente y es lo que viene a ser para muchos, el éxito.
Se trata de agenciarse de ingresos de cualquier manera, pues lo único que importa es llenar la olla y que sobre para el día siguiente. Unos estudian pero al final toman el camino más fácil hacia la realización humana. En este drama felizmente no todos tienen la misma mentalidad. Hay otros más superados que se preparan a conciencia pero pensando de manera solidaria. Son pocos pero son. Ante este panorama inverosímil, la juventud mira atónito el desarrollo escénico de esta acción terrenal. Por una parte el pequeño hombre de negocios que empieza desde abajo, pasa penurias, pero con esfuerzo y dedicación; se antepone a las adversidades y logra la victoria después de muchas peripecias. Hay el otro empresario que haciendo caer al que trabaja honestamente, se sube al carro y usando malas artes también llega a la cúspide y ejerce su reinado siempre dañando la integridad de los demás. En este comedia sin final, se aprecia cómo para gobernar con libertad, se forman cúpulas, cofradías, se buscan sus serviles y condicionales y ejercen su mandato infernal hasta que alguien le dé un golpe de gracia y vuelvan a la realidad. Hay otro grupo que estudia, logra títulos, medallas, y grados y lo eleva a la parte más alta del conocimiento humano, una vez arriba, también hace lo mismo; se rodea de sumisos para ejercer poder. Otros también estudian pero siguen a través de su conocimiento proyectándose aún más a la sociedad y sus proyectos se aplican en el devenir del pueblo y sigue ofrendando sapiencia y desarrollando sus capacidades por doquier. También hay un minúsculo grupo con o sin estudio que vive a duras penas gracias a Dios pero tiene condiciones naturales especialmente en el arte pero que no es tomado en cuenta en toda su dimensión porque lo que vale es lo que da riqueza fácilmente y se consigue votos. Si bien es cierto que el pan alimenta el cuerpo, el arte alimenta el espíritu pero a pesar de todo no se les tiene en cuenta. Más provecho es gastar dinero en mítines, en un informe masivo sobre avance o sostenido para convencer al pueblo sobre las bondades gubernamentales que promocionar el arte de unos pocos pero que valen por muchos. Este desconocimiento de la realidad nacional no es obra una persona. También tienen culpa directamente los famosos “asesores” que dicen Si a todo porque la palabra del jefe es ley y ellos son incapaces de opinar en contra o afirmar lo que más conviene. Con tal que ganen su sueldo, no interesa que el capital humano con aptitudes no comunes se pierda en el olvido. En esta enmarañada e inhóspita jungla de cemento, el que dice la verdad, se margina para siempre, El que calla, tiene trabajo asegurado. El que le sigue la corriente al superior, es personal de confianza. Nadie protesta de nada. La voz del rey es lo máximo Y si alguien se atreve a romper su silencio, de inmediato es desaforado. Es que afuera hay cientos de personas que están que se mueren por formar parte de su séquito de la vergüenza y aceptan las condiciones de servilismo sin duda ni murmuraciones. ¿Y la creatividad? Es no interesa. Con tal de ser cargador de la procesión de la farsa que da plata para vivir aunque sea con la cabeza baja, qué importancia tiene buscar un mejor derrotero para la sociedad si así como está la situación muchos viven felices. Es que desgraciadamente hay una buena cantidad de compatriotas que se han acostumbrado a vivir del dolor ajeno y por eso estamos como estamos y aún tenemos para rato, pero no todo está perdido porque el mal ha echado raíces en diferentes estratos sociales pero felizmente menos en la juventud.