EL ARTE DE LA EXISTENCIA

En una sociedad como la nuestra, no es tan fácil querer ser un líder cuando nunca se ha demostrado empatía con el pueblo.

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Si la persona anduvo totalmente enfrascado en el mundo de los libros y una vez egresado se crea una escaño donde brinda sus bondades pero sin proyección social. Significa que aprendió bien la lección pero no tiene calidad humana. Es como un soldado con el arma cargada que  no dispara al enemigo ni en defensa propia. No es una regla general, hay excepciones honrosas,  pero no falta el que finge de  líder  desde las  cuatro paredes de su oficina adornada de títulos, grados y comodidades. El gran visionario que desde el calor de su hogar, critica y diseña rutas de cambio pero solamente en el papel y como aguanta todo, la procesión sigue igual. El mismo santo pero cada vez acompañantes distintos porque hasta la fe se apaga cuando no hay milagros a la  vista. Ser poseedor de todo tipo de conocimientos no basta para ser un buen político. Con mayor razón, si se piensa – bueno ya soy profesional, gerente, presidente del directorio, ahora mi meta es el congreso – Por esta razón hay quienes se pasan toda la vida postulando y  nunca logran su sueño, o llegan una vez, se dan el gusto y  no retornan ni rompiendo la pared. El que no es desprendido,  no tiene entereza,  entrega, dignidad, moral, apego a las causas sociales, a la justicia, a la nueva sociedad, mejor que se quede dónde está. Si la   ambición es por el dinero, se llega a saber una vez logrado el cometido y el juzgamiento de la historia es terrible, que ni después de muerto descansan en paz. Fácil es  mostrar impetuosidad partidaria apoyadosimpetuosidad partidaria apoyada por otras personas que son los que hacen el gasto mientras el inmaculado, el ideólogo, el pensador, sigue encerrado en su urna de oro deshojando margaritas, si sale a la calle o no, por temor a la avalancha de críticas, cuando lo vean con ropa de baño y no sabe nadar. Hay en esta fauna tan rara, que a pesar de este divorcio con el pueblo, por causas extrañas de la vida, llegan a  tomar las riendas del país y se convierten en consumidores natos que un  poco más y se les podría llamar parásitos porque más es el daño que hacen que lo que construyen o consiguen en bien del sufrido pueblo. ¡Y como se santifican! Da la impresión que así ha sido gran parte de la era republicana de este país llamado Perú lo que ha creado una casta invencible de gobernantes sin convicción e identidad por la que este suelo de gloria ha ido perdiendo poco a poco su afán de progreso. Solamente se piensa en el enriquecimiento personal y no con patrióticos nortes. Cada cual avanza por su lado. El que tiene el poder, es dueño de todo, los que viven bajo su sombra, tienen asegurado una subsistencia a cambio de su silencio y privación de su sagrada libertad. El que dice la verdad se queda marginado sin cariño y sin amor. Los que hacen eco a sus dotes de amo y señor de la situación, viven felices porque sólo con aplaudir los pálidos éxitos del que comanda la farsa o calla sus desaciertos, no le falta nada para vivir cómodamente. Los que se apegan al poder, sin sangre en la cara, caminan todo orondos como si fueran dueños de la tierra, pero como son simples comodines, apenas hay un cambio en el equipo,  ya están viendo la forma de treparse al carro del que viene para seguir viviendo como reyes. Por  culpa de quien motiva y acepta este negociado, abundan  seres  que se han vuelto vegetales a sabiendas y estamos como estamos. Nadie crea nada, no se quiere aprender algo más, la voz es estar bien junto con toda la familia y el resto que se muera de hambre. El que menos se entroniza en el sillón y  no se para así lleguen los años de oro, por haberse acostumbrado a llevársela fácil. Por eso lo que se quiere es fomentar una nueva mentalidad en la que cada cual marche al compás del tiempo pero  innovando, transformando a  las masas humanas para que no se muera lentamente y se viva como seres humanos.

 

 

 

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