Ningún poder res eterno peor aún si ha sido utilizado para hacer daño a nuestros semejantes.

La historia es el mejor testigo de lo que afirmo. Los dictadores más grandes de la historia sucumbieron. Unos fueron derrocados por sus opositores y a otros la muerte cegó para siempre el filo de su navaja mortal que cortaba cabezas por doquier para reinar sin problemas. Por ley natural, todo suceso humano en la cual este mezclado con el hiel que envenena corazones, ese donde mando  rueda por el suelo en algún momento y jamás vuelve a ser el de antes. Nunca más la diosa fortuna lo va a premiar con el cetro de la gloria. Por eso todo poder ya sea por ser autoridad, por tener dinero, por tener alguna especialidad o por nuestro conocimiento, debe ser utilizado con moderación y solamente para hacer el bien a los demás, pero eso es lo que generalmente no se hace. Muchos entienden que tener poder es para explotar, avasallar, arrinconar, suplantar, a otros o tenerlos a su servicio en condiciones denigrantes. Inclusive se le obliga a ser serviles y si por si acaso se rebela o no acepta, se condena de por vida al desempleo.  A ratos da la impresión que vivimos en una época en la cual decir la verdad es el peor delito que pueda cometer la persona. El que acepta sumisamente toda orden del superior sea mala o buena, es un peruano, o patriota excelente. A ese extremo se está llegando por supuesto en ciertos casos. Porque hay personas que actúan pleno de libertad y contra toda amenaza de morir de hambre, discriminado, abandonado, marginado, sacan fuerzas de entereza y   se elevan por encima de turbios pareceres y logran sobrevivir con mucho honor. En la vida hay de todo, pero es sumamente reprochable que aún existan personas que traten por todos los medios de lograr el don de mando para luego desconocer al prójimo y pasar de amigo a verdugo, de hermano a enemigo. En este sentido, existen las leyes, la justicia, pero muchas veces, salvo excepciones; es tomado muy a la ligera sin la seriedad del caso e inclusive ha visto sucesos en la que más prima  el color del billete, el brillo del oro, es tomado desde el punto de vista amical, de tal manera que no presenta garantía de equidad  ninguna condena. Esto es una realidad que  a nadie debe herir porque hay ejemplos visibles. No hay credibilidad, que la mayoría de las personas se ha resignado a su suerte y solamente confía en la honestidad divina pero en el hombre jamás. Esta ruta delincuencial no solamente resulta atractivo para el que no es bueno para nada, también resulta tentador para los   que ostenta  medallas, bandas  en el pecho. Pocos son quienes  se escapan de esta crisis moral. Con la misma mano que algún día juraron ante una Biblia, fidelidad al cargo, con esa misma mano reciben la coima. Con esa misma boca que algún  día dijeron muy solemnes ¡Si Juro!, con esa misma boca mienten al pueblo. La situación es tan grave que la mayoría de peruanos solamente cree en la  paz de los sepulcros. Pero de la palabra humana duda a cada instante. Es que se ve diariamente a los  verdugos del pueblo como se pasean muy orondos por las calles de siempre y no sienten vergüenza de los que están haciendo. ¿Será que no tienen sangre en la cara? Así sucede en todo sector, el que comete faltas en contra de su propia sangre vive feliz. Es tal su deshumanización que aparece ante la ciudadanía con una cara sonriente como si hubieran culminado con creces alguna hazaña. Por eso no falta quien dice que nuestra patria es una cuna de actores, pero actores de calidad, que cualquiera se puede ganar el Oscar por su actuación. Es que diariamente ocurre toda una tragedia en las calles de la ciudad, en los hogares peruanos, hay dolor, rabia, tristeza, los más horribles sufrimientos que una película Indú daría risa ante los tormentos que padecen las familias del Perú de mi infancia. Todo esto sucede por el mal uso del poder. Ojala que los de hoy adelante obtengan poder, lo hagan con empatía y no hagan lo que no quisieran que le ocurra a ellos. Es que todo da vueltas y algún día la suerte puede ser adversa y se puede encontrar cara a cara con  la desgracia y ahí no  lo va a salvar ni su ángel de la guarda si es que aún tiene.