LAS HERENCIAS DEL FUTURO

En el discurrir de la vida humana muchos padres trabajan con ahínco y se esmeran constantemente toda su vida por dejar herencias a los hijos.

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Arañan la tierra como si tuvieran dedos de acero, algunos llegan hasta el delito por tener algún bien, venden su alma al mejor postor por tener alguna propiedad que le permita una vida cómoda y asegurar el futuro de la descendencia. Es que el máximo sueño, es guardar pan para mayo y de paso, asegurar el futuro de toda la familia. Algunos más avezados hasta llegan a tener negocios turbios con el fin de satisfacer su ego, otros explotan a sus semejantes  por convertirse en poderosos en base al dinero. Hay de todo en este mundo. Más según nuestro criterio y con las disculpas del caso, consideramos que el mejor legado para la prole es enseñarle a pensar  e inculcarle el amor al trabajo. Es que somos testigos a cada instante que hay personas que tienen la oportunidad de trabajar pero prefieren lo fácil o ganar sin laborar. Quieren que otros hagan el esfuerzo por ellos pero si son los primeros en cobrar. En este sentido, qué se gana con tener una hijo sabio, que sabe de todo pero que cuando hay el momento de demostrar su sabiduría y ceñirse a un horario de más de ocho horas, con entrega a tiempo completo; de inmediato se enferma a deserta. Es que ya se ha acostumbrado a vivir a la sombra del padre. Esto ocurre hasta con el joven profesional en la cual el padre tiene  que buscarle  trabajo bien pagado o fácil o que lo mantenga inclusive con familia y todo. Además como es hasta egoísta, lo que gana es para sus gastos menores y lujos y no colabora en nada. El mundo está lleno de eminencias que no dan un pie al frente porque se les cae el mundo. Peor aún si el abnegado progenitor, fue el cómplice directo de la culminación de sus estudios arreglándole notas para lograr el primer puesto en su promoción. A la hora que ingresa al mercado laboral con influencias paternales, rápido sus superiores se dan cuenta de su ineptitud y termina marginándose el mismo, mientras el papá por su parte revuelve mar y tierra buscándole una vacante, cuando lo que tiene es una joya que solamente quiera estar en una vitrina luciendo sus ralos encantos. Entonces no hay que ser el artífice de un bueno para nada. Es que esa persona algún día forma su familia y sigue diseminando esa casta de la inoperancia en la cual el jefe de familia  no es solamente su defensor sino quien le tapa toda su ineptitud y que con su halago lo pone en sociedad a la altura de un ser excepcional. No hay que vivir de las apariencias y ser  el promotor de un parásito que al final lo único que sabe es hacer hijos y ser el causante directo de la desocupación al no planificar su propia familia. Si las autoridades no trabajan en función a la explosión demográfica en al cual  cada persona que nace y estudia, se le debe ir  creando la plaza para que sea útil a la patria. Y las mismas personas tienen todos los hijos que manda el cielo. Entonces a donde vamos a llegar. Toda la vida el padre no va a estar vivo para que recomiende al hijo y ocupe los mejores puestos donde solamente en muchos casos lo que luce es su incompetencia. Es tiempo de recapacitar y pensar que enseñar a trabajar es una de los mejores regalos que se le puede hacer un hijo y que lo convertirá en todo un valor  para la sociedad. Después el auto, la casa, la chacra, tienen solamente un tiempo de vida á o pasa a otro dueño y se vuelve a lo mismo conforme se empezó.  En este caso el conocimiento aplicado a la realidad en que se vive, resulta intransferible y es lo único que vive en la persona hasta más allá de la muerte cuando se deja huellas imperecederas para la posteridad. Por eso no hay que ser flor de una noche sino un jardín florido que perfume al mundo por toda una eternidad y que su aroma abra nuevas ventanas de prosperidad y sea el hombre el artífice de la nueva sociedad que todos anhelamos porque esta ya huele a cadáver y cada día se está convirtiendo en un  infierno que ya no es necesario morirse para pagar sus culpas sino aquí mismo se rinde cuentas porque el mejor juez es el pueblo por tener bastante de Dios.

 

 

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