Quien no se opone a la intensa búsqueda de la verdad en todas sus dimensiones por muy alejada que se encuentre, es simplemente un auténtico amante de la libertad y el progreso.
El que se interpone cuando se trata de hallar la senda cristalina de la realidad, es simplemente un farsante de aureola negativa que desdice de su condición humana y pensante. En la actualidad quien tenga la entereza de expresarse con veracidad, adquirir cultura especial y general, vivir actualizándose constantemente, abrazar un ideal despojado de fanatismo, velar por la felicidad ajena, brindar un derrotero al que no lo tiene, dejar que los demás piensen con libertad, motivar en el entorno objetivos comunes sin ambición ni avaricia, caminar bajo una aureola de humildad; podríamos decir con justa razón que estamos frente a un auténtico líder. Pero es muy fácil hablar de ser conductor de sociedades cuando se gana millones de soles y se tiene todo a los pies. Es muy cómodo estar en la cima de la popularidad en base a la publicidad barata que no falta y convence cuando en una sociedad hay ausencia de valores que enarbolan la bandera del conocimiento. Ante este panorama real, aunque parezca mentira; el rol que desempeña cada uno, es muy grande y comprometedor. De cada uno de nosotros depende el dolor o la alegría del mañana. Si se dejan llevar por la fantasía que emanan las palabras soñadoras pero carentes de solidez, se torna el futuro incierto. Si se dejan llevar por una verborrea apasionante pero que despide una imagen de imposible, el futuro se torna impredecible. No siempre la antigüedad significó clase ni la inexperiencia, calamidad, como también las repeticiones significaron calidad. La sociedad avanza a mil por hora y el que no genera nuevos horizontes de prosperidad se queda estancado en sus viejos sueños y tiende a ir a al fracaso poco a poco. Las figuras deslumbrantes se desgastan con el tiempo como la belleza femenina se marchita con el paso de los años. Lo único que no muere y se vuelve eterno son las bondades del espíritu. Pero el que vive rodeado del brillo del oro no lo tiene en cuenta para nada. Lo único que le interesa es avanzar por encima del quien sea, aprovechar todo lo que se le presenta porque como esta vida no hay otra. Actúa como si el mundo se le fuera a acabar y quiere acaparar todos los puesto habidos y por haber y hasta finge una pobreza que no la tiene ni la tendrá tampoco porque forma parte de la cúpula del poder. Hay quienes saben vivir y se cobijan al regazo del que maneja la situación y viven felices hasta que DIOS quiera. Casos como el expongo hipotéticamente, cada cual es testigo diariamente. Pero ya está bueno de recreo y de vivir sin sudar la camiseta. No hay que esperanzarse en el golpe de suerte, en los amigos. Cada cual debe diseñar su propio camino con originalidad y proyectarse al futuro con creatividad. Si no lo hace, tarde o temprano rodará a la senda del fracaso. Más el que tiene todas las ventajas para producir y no lo hace porque se ha acostumbrado a vivir bajo las sombras de su reino pasajero, es candidato fijo al abismo del olvido en cualquier momento. Es que tiene la tierra para sembrar, producir y matar el hambre de los demás, pero lo que hace es saciar solamente el apetito suyo y por tal egoísmo, está cavando con sus propias manos la tumba del futuro que bien pudo ser un ámbito de realización total. Por lo que se deduce, no es buena decisión caminar con todo el saber a cuestas sin dar fuego ni en defensa propia. En saber y delegar sapiencia está la clave de la victoria, en aprender y enseñar está el camino a la victoria y en actualizarse continuamente esta la senda hacia la felicidad. Lo demás es como tener alas, volar por los aires a gran altura pero no saber apreciar las bondades de la naturaleza.