DEL SABER SOMOS LA FUENTE

Aparte de la indiferencia parcial ante los no allegados así tengan talento, que muestran algunos cuando tienen las riendas en la mano; una de las causas de no conseguir las metas trazadas, es la no insistencia en tales logros y en probar en uno, en otro y en todas las oportunidades que se presenten  de acuerdo al momento que se vive.

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Nunca se continúa por el camino elegido en un inicio de acuerdo a las capacidades reales que se posee. Es que al primer tropiezo que se encuentre se deja la impetuosidad  y se trata de emprender por otra senda creyendo que por ahí si se va a lograr lo que se persigue. Es así como se  van los años emprendiendo una carrera con fuerza pero que se abandona a medio camino y al final, se quedan con un cofre de ilusiones y sueños irrealizados y se lamentan que no tuvieron suerte.

La reflexión de hoy día trata de dar a entender que en la persistencia está la llave del triunfo. Si se visualiza un objetivo y se fracasa, hay que analizar  con toda sinceridad a qué se debe la no realización pensada y una vez hallada la causa real, pulir los defectos y empezar de nuevo. Jamás querer avanzar tercamente sin  eliminar las barreras que a ratos truncan los deseos de grandeza, ni basarse en sus aptitudes personales  y creer que son los dueños del saber y que nada les va a ocurrir en la cristalización de sus proyectos. En realidad en la tierra nadie es tan perfecto como para  catalogarse de  estar liberado de contratiempos o de desfases conductuales. En algo puede fallar y se derrumba el castillo de promisiones. El valor está en  revisar a conciencia lo sucedido y lo que puede venir para tomar las medidas del caso y reiniciar el vuelo de manera indetenible hacia el umbral de la dicha total. En ese trayecto hay una serie de abismos, en la cual también influye el negativismo del entorno, pero ante ello, lo que se debe  sacar a flote es la calidad humana. Si solamente la persona se basa en sus conocimientos académicos y no se mezcla con el fulgor popular y bebe de esa sabiduría y piensa tan igual como ellos, jamás va a encontrar un espacio para sus aspiraciones. Quiérase o no, ellos son los que le dan al que quiere trascender, las ventanas para poder remontar por los aires pero es recomendable de vez en cuando, mirar hacia la tierra que es la que da la energía para llegar a las estrellas. El que piensa que con lo que sabe basta y mira a los demás como si no los conociera o solamente cuando los necesita le muestra una sonrisa, como técnico quizá pueda  lograr un cartel, pero como líder de sí mismo y de los demás,  va camino a ser uno más. La sapiencia que se adquiere, no es para si mismo ni para la familia, sino para solucionar los problemas de la comunidad. No hay otra explicación. Si no se quita la aureola de divinidad y camina descalzo por el llano confundiéndose con los que  buscan la prosperidad, no tendrá éxito en nada. Hay que aprender que la acción de dar felicidad del que padece es la única forma de acrecentar  la espiritualidad, mientras más se sirve, más se agiganta la aureola de aceptación popular. Y si hay error, solo con obras se retoma la senda del triunfo. Pero en esta ruta a la grandeza los que se arriman en busca de calor, solamente son una sombra en el  tránsito a ganador. Por lo tanto, esa costumbre debe ser erradicada de raíz de tal manera que todos sobresalgan por méritos propios y no por ayuda extraña o por negociar libertades y conciencia. Por eso nunca olvides: antes que recorrer el mundo para aprender que tu pensamiento recorra el mundo para enseña.

  

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