LA HUMANIZACÓN DEL SER

Se puede decir en todos los idiomas el descontento que se experimenta del momento actual. Una crítica constructiva poniendo el dedo sobre en la llaga en aras de tomar medidas correctivas y salir del fango del error.

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Es posible comunicarles al oído a todos los hermanos de buena voluntad,  el peligro que encierra un gobierno del silencio entre las cuatro paredes de un círculo cerrado e inexpugnable. Abrir las ventanas y gritar a todo pulmón las oscuras actitudes de quienes quieren llegar a la cima por el camino más corto de la inmoralidad. Desnudar a la persona y dejarlo sin medallas ni bandas, delante de todos los que creen en la verdad y decirles en qué clase gente está creyendo. Qué  bueno sería si de todo lo que se dice con la mejor intención, aunque sea una mínima parte, fuera tomada en cuenta. Sería una verdadera comunión de ideales entre gobernante y pueblo, entre institución y usuarios y los resultados significarían el auténtico sendero hacia la victoria. Más ocurre lo contrario. Salvo raras excepciones, los que tienen el poder manifiestan su forma de mando y lo cumplen al pie de la letra y poco o nada  les interesa el clamor del pueblo que con su voto lo llevaron al lugar donde están. Este divorcio entre realidad y la frialdad de las personas y reglamentos que legislan la materia pero no al corazón, es la causa de  un desgobierno que ya linda con la tragedia porque el mal se esté volviendo crónico e incurable. No hay esa química entre la causa y el efecto o la correspondencia entre la acción y la reacción que son leyes universales de la vida.  La principal lucha del hombre es conseguir trabajo a como dé lugar así sea desplazando a los demás o los de su entorno o con mayores necesidades que se  están muriendo de hambre. A nadie o  a pocos le importa un bledo lo que sucede a su alrededor. Por eso el problema somos nosotros mismos y todos aquellos que con su negativismo han  ido cimentando la deshumanización de la persona utilizando la política del convenido y que ha derivado en que vivamos juntos pero como enemigos. Entonces ¿Qué hay que hacer para que se unifiquen los criterios? Simplemente que se depongan las armas y todos bajen al llano con la bandera blanca de la paz en alto. El que de su trono de oro simboliza la ley sobre la tierra. El que cansado de reclamo, todo se lo deja a DIOS. El que levanta su voz de protesta con hiel en sus palabras. Todos bajo un pensamiento rojo y blanco, se digan  las cosas como son, sin  perder la cordura, despojados de todo fanatismo e intereses personales y luego siembren unidos en cada uno de ellos, el árbol de la libertad y del amor solidario. Lograr este umbral del entendimiento, no es raro y extraño. Solo hay que alfombrar de flores el camino, pero no para que pase el rey, sino todos aquellos que anhelan un mundo mejor. Hay que cantar y bailar, no porque han subido el SMV sino porque hay menos niños con lágrimas en los ojos. Cuando haya sinceridad, humildad en ambas expresiones, el sendero hacia el éxito será una norma de vida. Si se deshecha la ambición del poder en pos de dinero. Si se deja de condicionar el voto a cambio de trabajo y posición social, si el hombre se valorara y arroja de su cerebro su servilismo y sumisión que le ha permitido vivir en otras épocas; habrá libertad de elección y cuando el hombre no tiene cadenas mentales, tiene mayor capacidad de decisión y es cuando visualiza el horizonte de promisiones que necesita para su desarrollo personal. Esta reflexión deja en claro, que si hay abismos  entre la fuente de inspiración natural y popular y los que lucen áureas bandas de autoridades. Siempre se vivirá de esperanzas y seremos observadores simplemente del desfile de políticos con buenas y malas intenciones pero que no dejan huellas de su paso apurado por el escaño de honor. Ojala que el 2006 pueblo y autoridades diseñen objetivos comunes, tengan sensibilidad social y con visión de futuro, se edifique la nueva sociedad y cada familia peruana sea un manantial de ternura y buen augurio de bienestar general.

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