LA CALIDAD ANTE TODO

Siempre se dice que la juventud es el futuro de la patria,  son los hombres del mañana, la esperanza del país y una serie de adjetivos que lo pintan como la novena maravilla de la tierra.

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Otros más determinantes y comprometidos con la realidad nacional, dicen como el venerable patriarca don Manuel Gonzáles Prada  “Los jóvenes a la lucha y los viejos a la tumba”. Ante esta gran realidad y por ser eterno habitante de las calles sin salidas. Me permito dar una opinión imparcial. Es que en este mundo de Dios, quién no es testigo que una parte de la juventud va por el camino equivocado, anda inmerso en delincuencia, alcohol, drogas, y otras perlas más. En las universidades del  Perú, de cien alumnos que ingresan a seguir estudios superiores, con la justa egresa la  cuarta parte. Los motivos lo dejo para que lo analicen los expertos en la materia. Solamente me limito a los frutos que dan la juventud y la edad de oro. Por otra parte, hay personas que trabajan treinta años se jubilan, con la justa lo conoce su familia o su entorno, esta forma invisible de vivir llega a tal extremo que se muere y nadie lo conocía. Entonces ¿Con que jóvenes o ancianos contamos? No en todos los jóvenes reside una segura confianza que mañana puedan levantar la bandera de la libertad, porque no muestran avidez por el estudio, cada vez leen menos, entienden menos y muy poco se proyectan a la comunidad y en arte y cultura  hay una ausencia de mentes frescas y lozanas que realmente es alarmante. Hasta me imagino, de seguir así, esta forma de existir tan materialista, ojala me equivoque; el Perú puede llegar a convertirse en un  país  superpoblado pero huérfano de intelectuales. En este análisis, es imposible desconocer que si hay un buen porcentaje de juventud que a pesar de vivir en un mundo que avanza muy rápido, que si se descuidan, se quedan desfasados y rezagados en el rincón de los recuerdos; tratan de convertirse en adalides, guías,  líderes de la patria nueva que los peruanos piden a gritos. Ya están cansados de tantas individuos que fingen  identidad con las causas de los grupos humanos en extrema pobreza y se la pasan toda su vida enriqueciéndose, mientras el pueblo se muere de hambre. Por otra  parte, una gran mayoría trabaja, come y almacena dinero, una minoría se educa y dentro de ese segmento de privilegiados profesionales, no es nada raro si le digo que algunos no lo hacen para servir a sus semejantes con alma vida ay corazón, sino para sus propios intereses y hasta pecan de egolatría y se colocan ellos mismos en un  altar inalcanzable donde los demás tienen que rendirle pleitesía de lo contrario no te conocen ni te miran. Solo cuando necesitan bajan de su altar con una sonrisa en la cual se nota su hipocresía a más de una legua.  Por supuesto que no son todos, hay honrosas excepciones que hasta da ganas de quitarse el sombrero, pues motivan las ansias de vivir. Lo más lamentable es que le llegan los años de retiro obligado y a pesar de ser unos eternos desconocidos porque nunca dejaron huellas y sin  tener necesidades, simplemente por ambición personal, quieren seguir en la palestra y desplazan a miles de jóvenes con mayores virtudes que intentan ser útiles al lugar  que los vio nacer. El que ya cumplió su ciclo y no dejó huellas, no debe escudarse en su terca ambición y querer seguir como si fuera indispensable. ¡Más conciencia por favor¡ Más al reverso de esta imagen, si hay eminencias  que no deberían envejecer jamás ni morir tampoco. Es que  por sus virtuosidades han hecho historia y son un ejemplo latente. Entonces deben seguir en carrera, el joven que se vislumbra como el abanderado del nuevo Perú y los que tienen experiencia y aunque estén cargados de años puedan delegar su sapiencia. Los demás, por respeto a las generaciones venideras, den paso a la juventud porque para gusto está bueno ya.

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