El hombre verdadero y que desea trascender para dejar huellas de su paseo terrenal, es un ser en continuo aprendizaje y así transcurre toda su existencia, por esta razón, así sea una real eminencia de aquellos que marcan la diferencia, jamás debe pensar que ya lo sabe todo y los demás no tienen nada que enseñarle.

Cada persona es dueño de su propia sabiduría y algo tiene en su integridad física  que hasta el más sabihondo no lo posee. Es que nadie bajo el cielo,  es propietario de toda la sabiduría del mundo. En este sentido, quien se encuentra en proceso de aprendizaje, debe darle a las cosas, su auténtico valor y sobre todo distinguirse por la humildad y aceptar las nuevas corrientes de la modernidad y asimilarla con afecto y con el afán de convertirse en corto tiempo en un talento al servicio de la sociedad. Es que nadie se educa para servir a su familia, nadie aprende para ayudar a todos los que viven en su barrio. El hombre se profesionaliza para brindar su capacidad técnica sin mirar a quien y lo más importante, sin esperar recompensa. No quiere decir que va a trabajar gratis, de ninguna manera, sino que el pago por la contraprestación de sus bondades, cae por su propio peso.  Por eso, reafirmamos con toda seguridad, que la educación es un largo trayecto que se realiza por etapas y en  cada peldaño que va ascendiendo y  dominando, va recogiendo sabias enseñanzas y cuando llegue a la meta  le darán un cúmulo de capacidades con lo cual logrará ser una persona realizada totalmente. Nadie nació sabiendo, ni mucho menos nadie es más que otros. Todos tienen una riqueza espiritual que le da identidad, prestancia y proyección y en base a esa cualidad única en el género humano, es que todos debemos tener un mutuo respeto por nuestros semejantes y tratarlos con amor como si fuéramos una gran familia. Es que tarde o temprano nosotros vamos a necesitar de ellos o viceversa.  En este mundo todo da vueltas. Hoy día me toca a mí, mañana a ti y esa es la ley de la vida. Solamente el que anda al margen de la justicia, es  que consigue todo fácilmente y de la noche a la mañana luce las riquezas que otros tardan  años en conseguirlo. Pero no hay que desesperase por la riqueza a la fuerza ya que todo lo que  viene de mala forma es tan sólo una ilusión que no dura, tiene la vida de una flor que se marchita con el sol, por lo tanto, en seguir el camino de dar para luego recibir, está el secreto del éxito. Jamás hay que tratar de fingir pobreza con el fin que los demás nos llenen las arcas. El hombre tiene que ser honesto aunque en época de crisis para algunos, se les hace difícil, porque siempre están sujetos a las tentaciones monetarias a cambio de sus sagradas libertades personales. Es que el silencio a veces da dinero, Pero hay que hacer un esfuerzo ya que nadie se muere en la víspera sino en el día. O acaso el mundo se acaba mañana como para querer acaparar toda la riqueza habida y por haber y aunque así fuera, si sucede un hecho trágico, todo lo que se tiene no se lo va a llevar a la otra vida. Entonces no hay razón para andar  con tanto brinco si el suelo esta parejo. No hay que olvidar que la ambición desmedida ha sido el fracaso de muchas personas. Por eso hablando en oro, lo que más vale en el mundo es el conocimiento, porque si es bueno dura hasta más allá de la muerte. El resto de pertenencias tienen una vida útil determinada y luego desaparecen para siempre. El hombre no ha  nacido para eso. Ha sido creado para reinar y ser feliz  pero sin obviar las normas divinas de la naturaleza. Por eso, con solidaridad, fines comunes, afecto, empezar una carrera y terminar juntos, con empatía, actualizarse continuamente, está la clave del éxito.