UNA MENTE SIN FRONTERAS

Quien trabaja en alguna entidad, sea del tipo que fuere, por años y como es natural,  se rigen por un reglamento y si jamás se toma el tiempo de analizar si lo que marca el paso al ente, está vigente y brinda la mayor productividad del caso, simplemente no es una persona capacitada como para ser parte del grupo empresarial.

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Aquellos que la integran están en la  obligación de analizar, valorar, medir su efectividad, estudiar continuamente si los estatutos o lineamientos sobre la cual se desarrolla, está de acuerdo con la modernidad, pues de lo contrario hay que  tomar las medidas correctivas para enrumbar a mejor puerto al grupo y conseguir los beneficios que se quiere lograr. Eso de dar una respuesta negativa a todo lo que se sugiere porque  no lo considera el protocolo, en realidad, es  no tener  ni el más mínimo criterio de cambio en pos de mejores metas y escenarios sociales. Si alguien hace una objeción y la sustenta, debe de ser tomado muy en cuenta, pero por gente especializada, sobre todo capacitada en el asunto en la cual se debe tener conocimientos afines. No todo profesional o técnico puede laborar con eficacia en cualquier puesto que le cae del cielo o se le antoja tener. Nadie es dueño de toda la sabiduría del mundo como para ser demasiado polifuncional. El que hace alguna propuesta, debe tener cierta razón de ser y por lo tanto debe ser analizada con humildad y justicia y darle aceptación si es que se lo merece. No estamos proponiendo que se debe desobedecer la ley o los postulados vigentes, que se rompa la unidad de grupo, de ninguna manera,  lo único que hacemos ver, es que cada cual debe aportar ideas en pos de mejorar la imagen fines y objetivos de la institución y de  cada uno de los que conforman la unidad productiva. Nada es estático, como tampoco puede permanecer inerte. Lo que se estanca, se malogra. Además, si todo   está en calma, es peligroso, es que se  puede estar fomentando bajo esa apacible tranquilidad, una cruel tormenta y ocasionar serios peligros al grupo con graves consecuencias para el futuro. No es posible que una persona se pase más de treinta años de servicio, cargado de honores, condecoraciones, diplomas, etc.,  diciendo ¡sí! a todos para gozar de los beneficios si es que se trata de un círculo cerrado de los que no faltan en tiempos de crisis,  obedeciendo a diestra y siniestra, pero sin dar ni siquiera alguna idea de transformación de las estructuras existentes. Cuando las propuestas de cambios, son para bien, hay que poner manos a la obra y si no es efectiva, sin ninguna duda,  hay que desecharla. No todo debe estar bien siempre  en vista que los tiempos cambian. Lo que ayer  era muy útil para la sociedad hoy puede ser totalmente dañino, por lo tanto hay que hacer reajustes, innovaciones de todo tipo para que  funcione a las mil maravillas. Este debe ser el pensamiento o el ideal común,  cuando se piensa llegar a la cima del éxito, pero cuando se es un servidor que solamente acude al centro de trabajo por el dinero que le pagan o por lucirse ante los demás  por el puesto que ocupa, o porque es un eterno estudiante y piensa que ascendiendo ya pasará a la historia, está equivocado. Es que solamente se pasa el tiempo como un más entre tantos que si generan nuevos rumbos para bienestar de todos y de la comunidad.  Además, el éxito de las personas no se mide por lo que es, sino por lo que hace, los frutos que produce y el grado de capacidad que tiene para ofrendar nuevos estadios de felicidad para la humanidad entera.

 

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