A RITMO DE GANADOR

El mundo para que sea una morada digna de ser habitada con mucho honor, para que exista afecto solidario y sean los objetivos comunes, el camino hacia la consagración personal.

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 Para que se tracen metas y compromisos y se cumplan en el tiempo más corto y se elimine la violencia y exista la paz universal eternamente; una de las disciplinas que se debe practicar, difundir, apoyar, motivar, incentivar, es  el arte integral en sus siguientes dimensiones: El teatro, la danza, la música, la instrumentación, la poesía, la pintura, la escultura, fotografía, y todo lo que tenga que ver con la creatividad humana y donde intervenga la belleza. Es que enternecen, sublimizan al hombre por ser expresiones espirituales y por lo tanto es divino. En estos tiempos que se habla de modernidad, cibernética, biotecnología. Si bien es cierto que significan el paso ascendente de la ciencia,  no quiere decir que las vibraciones del alma pierdan actualidad. Hay que tener bien presente que el tránsito hacia los más altos peldaños del desarrollo humano, se logra cuando hay una perfecta unidad entre el cuerpo físico y el celestial. El hombre es un ser total indivisible y para que trascienda, tiene que respetar las leyes de la hermandad universal que es la que rige el devenir de los grupos humanos que están en busca de la cima de la popularidad. En este sentido, trascender no  debe ser aplastando a los demás ni ser jefe quiere decir que todos deben estar a sus pies de rodillas. Avanzar no es suplantar puestos ajenos. Ni ser sabio quiere decir que los demás deban rendirle pleitesía. En un ser de nobles entrañas, no debe haber espacio para la ingratitud y la indiferencia. El mundo no es de aquellos endiosados que piensan que por estar a la cabeza de la organización, son poderosos y pueden  tornar su libertad en libertinaje y por saber mucho hay que ponerlos en un altar y prenderle velas. El hombre que es un adalid de bondades lo demuestra en el campo de acción como el soldado lo demuestra en el  combate. Los guías, ideólogos de escritorio, pertenecen a la historia. Por eso el verdadero líder es aquel que pone las manos al fuego o se confunde con el pueblo en un abrazo fraterno y bebe el agua de la misma fuente de la discriminación y siente en carne propia la ponzoña de quien anhela ser dueño del mundo cuando no es ni propietario de sus desatinos. Por eso la diferencia entre  un hombre de bien y el mediocre, está en que el hombre de bien, no tIene límites por estar espiritualizado, mientras que el otro, no  conoce lo que es vivir en paz y en los espacios más hermosos del amor.

 

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