Para quien ansía el éxito, no hay nada más aterrador que levantarse diariamente, después de un sueño reparador, a realizar la misma rutina de siempre, que ya la sabe de memoria en la cual no hay derroteros ni esperanzas de cambio, ni indicios de otros vientos.
No es una vida optimista ni con futuro, cumplir todos los días de Dios una actividad como si fuéramos un reloj que tiene una invariable ruta y tiempo determinado. El hombre no está hecho para eso. Su verdadero trajinar está en ser cada día mejor y buscar nuevos horizontes de bonanzas dentro de sus tareas de costumbre. En esta vida siempre hay algo más atractivo por hacer o descubrir. Lo que nos niega esa ventana de novedades, es nuestro afán por seguir haciendo siempre lo mismo y no aceptar los instintos innovativos que podemos poner en práctica y que redundará en un mejor servicio. El hombre cultivado es un cúmulo de potencialidades que encaminadas hacia fines positivos, es capaz de hacer de la nada un edén de promisiones porque tiene inspiración para crear universos de ventura porque sabe a dónde quiere llegar. Cuando hay una verdadera conciencia de realización humana, hasta el desocupado o el mal pagado, es feliz dentro de sus múltiples limitaciones. Se puede vivir escaso de todo bien material, pero si hay una verdadera unidad familiar, ese vacío es cubierto con el cariño que se profesa el núcleo hogareño. Es que no solo de pan vive el hombre y donde come uno, pueden hacerlo varios. Eso si, esto ocurre cuando hay una perfecta comunión entre los que conforman el hogar y todo un grupo humano con quien se comparte la existencia. De lo contrario, así se nade en millones, no hay la tan ansiada felicidad. Un labriego con su lampa en el hombro a pie o a burro, puede ser tan feliz, como un alto funcionario que es trasladado todos los días de su residencia al trabajo en un lujoso Mercedes Benz. Los escenarios son distintos pero cada cual es dichoso a su manera y nadie lo impide que no sea así. Lo importante está en buscar el lado alegre a los días de vida. Se puede sentir muy satisfecho una persona comiendo una hamburguesa en la carreta como el que degusta un pan con pavo en un restaurante de lujo. Por esta razón, cada cual debe encaminar su vida según sus virtudes y seguir hacia adelante sin pensamientos negativos, más que nada la envidia hacia sus semejantes, que todo esfuerzo tiene su premio tarde temprano y no hay que apegarse a mucho ideales invisibles de masas de corte político, social o económico, ya que una sonrisa y el afecto compartido es capaz de vencer todo signo de infortunio porque siempre habrá alguien quien sí sabe valorar las aptitudes y actitudes de las personas que buscan un sitial en la vida en base a su comprobado talento y en razón a ello, son conscientes de no deben esperar ser felices después de la muerte.