LOS TALENTOS OLVIDADOS

Los grandes hombres que pueblan la historia sobresalieron a  través de sus existencias porque derrocharon a cada instante resplandores de originalidad.

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Han dejado huellas indelebles  en el devenir patrio y mundial porque sus mentes se proyectaron al infinito dejando una estela de sabiduría para bien de la humanidad. Generalmente fueron personas muy humanas y humildes con cualidades innatas para trascender según sus capacidades y nunca mezclaron la grandeza económica con su legado cultural. Fueron generalmente personas, desprendidas, creativas,  cuyo único propósito era legar a las grandes mayorías sus aportes intelectuales. Esto deja entrever, que cuando las personas  entregan sus virtudes intelectuales de cuerpo y alma al bien social, cultural o político; pero con la claridad que el pueblo necesita;  estamos asistiendo a la transmisión de virtuosismo totalmente desinteresado en pos de mejorar la calidad de vida. Su única ambición de aquellos preclaros hombres que transformaron la historia, era la adquisición de sapiencia y ofrendarlo a las personas anhelantes del saber. Nunca hicieron gala de sus conocimientos, no fueron exhibicionistas, no buscaron protagonismo barato, ni utilizaron una publicidad desmedida para promocionarse a los cuatro vientos y aparentar lo que no eran. Hasta en eso fueron humildes por que para nadie es desconocido que muchos alcanzaron la gloria después de muertos. En vida pasaron desapercibidos, criticados, olvidados y hasta marginados. Es que las virtudes del alma a muy pocos  interesa. Más validez tienen los sucesos materiales en la que está en juego el dinero, pero a los resplandores del talento no se le da importancia  por no ser tan negociables frente a  la opinión pública. Ante los destellos de los intelectuales se levanta todo un  ejército de envidiosos que tratan de minimizar sus aportes de grandeza espiritual. Intentan lapidarlo porque solamente ellos no más quieren ser. Aquellos que son impedidos de trascender creativamente, tratan por todos los medios de aparecer como eruditos en todas las materias, basados en su política de aparentamiento secundado por incondicionales que aplauden la mediocridad. Los adalides del saber especialmente en nuestra patria, no son tenidos en cuenta en su máxima expresión. Son desplazados totalmente por las euforias de sectores inertes que poco o nada aportan al desarrollo patrio. Más validez tienen los fervorosos discursos de promesas incumplidas que la sabia voz de las personas dotadas de conocimientos especiales. Ante esta  situación es menester  de las entidades nacionales que tienen que ver con el desarrollo patrio, colocarlos en su verdadero status social, en el auténtico umbral donde siempre deben estar para que puedan desarrollar sus proyectos de transformación en bien de quien más lo necesita. Ya no hacer caso a los líderes de papel o personas que vendiendo su conciencia simulan identidad con  el pueblo, cuando sólo son comodines que agachan la cabeza para obtener una dádiva en honor a su servilismo denigrante. Ya es tiempo de dar paso a aquellas mentes que son una luz para la juventud. No es posible que pasen siempre desapercibidos y esperar que mueran para después hacerles sendos homenajes cuando ya están en la morada divina. En vida es cuando se les debe reconocer y apoyarlos para que puedan dar todo de si para bien de las generaciones venideras.

 

 

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