En los momentos actuales la juventud vive un gran dilema ¿Qué carrera estudiar?
Y el día que egrese ¿A dónde va a trabajar? Según mi personal entender, acerca del primer punto, lo más recomendable es que sea de acuerdo a su vocación, pero qué se hace si en la profesión elegida hay demasiados egresados. Muchos aducen una frase muy común “el técnico no debe ir a buscar trabajo sino crear trabajo”. Pero el que estudia con las justas dice ¿con la de quién?. Más parece que se usa para salir del apuro. Porque en realidad la cantidad de puestos de trabajo que se necesita y se tenga una ocupación y sueldo decoroso, está en función al desarrollo económico de los pueblos. Si no hay inversión cuyo objetivo sea el de industrializar la materia prima con fines de consumo interno y exportación, nos convertiremos bien, en una ciudad con un alto índice de profesionales sin trabajo o en una localidad sin juventud porque tendrían que emigrar a otras latitudes para ser útiles a la sociedad ya que en su propia tierra no hay porvenir. Lo real es que entre el dicho al hecho hay mucho trecho. Es como el que gana un sueldo fabuloso, le resulta muy cómodo dar recetas para eliminar la pobreza. Pero hay que estar en la línea de combate para ver como duelen las balas. Y como arde el encontrarse en entre la vida y la muerte. Fácil es dar opiniones sobre este espinoso tema cuando se tiene trabajo asegurado y más de un ingreso fijo que por supuesto de ninguna manera es el franciscano mínimo vital. El asunto está en encarar el problema desde una óptica realista. Para nadie es un secreto que las oportunidades de laborar para algunos se presenta muy fácil siempre y cuando condicione sus sagradas libertades personales en todo el sentido de la palabra. Intervienen los lazos familiares, amicales y hasta el silencio premeditado o el servilismo adrede, por la necesidad; se convierte en una fuente de trabajo en estos últimos tiempos. Es por eso que el ateo se vuelve creyente y al religioso le sale cola. O el que era rojo como su sangre, resulta al final de color blanco. Lo cierto es que se necesita capitales frescos para que inyecten optimismo a la población y a través de proyectos ejecutables a corto tiempo y con resultados óptimos, beneficie a la clase más oprimida que desgraciadamente es una gran mayoría de compatriotas. Pero que no ocurra como en el pasado, en la cual se le colocaba estufa a las casas donde no había invierno o se hacía un puente donde no había río. A parte de fijar rutas de ventura en base a compromisos y metas realizables, es muy importante, quien va camino a su profesionalización, adquiera la mayor cantidad de conocimientos que les permita solucionar los problemas del entorno y salvar con creces todo escollo. No hay que olvidar que la capacidad creativa, la inspiración fortuita, la avidez por la investigación, no se logra ni se vende en el mercado de la esquina, se adquiere con disciplina y espiritualidad constante. Para ello el alumno no debe estudiar para adquirir una nota aprobatoria sino aprender para toda la vida y actualizarse constantemente, lo que significa que tiene que ser un eterno estudiante en pos de grados de excelsitud, pero no para lograr la aureola de ser casi divino, sino para tener mayor capacidad resolutiva, ante los avatares del mundo cambiante. Es que cada invento, además de dar bienestar, genera nuevos inconvenientes y necesidades. Por lo tanto, de las virtudes, de la valoración del talento, de las bondades intelectuales, del deseo de servir sin esperare recompensa, de la empatía comunicativa, de la solidaridad hacia horizontes comunes, tratando que la sonrisa empiece después de la sonrisa de los demás y que donde come uno pueden hacerlo varios; recién podremos decir, que hay integridad planetaria, comunión de ideas y convicción plena de peruanidad. Requisitos fundamentales para que surja el nuevo Perú que estoy seguro que hasta los enemigos del desarrollo lo desean.