ENTRE EL HABLAR Y CUMPLIR

En estos tiempos que se vive tan de prisa en la cual las estrategias de ayer, en ciertos casos hoy resultan obsoletas, obliga a vivir de acuerdo a la modernidad.

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En este sentido, el profesional debe actualizarse constantemente y el que no lo es;  sin importar la edad, ingresar al maravilloso mundo del conocimiento que motivará su creatividad. El tener sabiduría es la única forma para lograr el desarrollo personal y por ende   regional, nacional y mundial. La adquisición de ciencia y tecnología, la cimentación de las habilidades innatas, la práctica del arte integral  en todas sus manifestaciones, enternece, sublimiza y espiritualiza a las personas y lo vuelve capaz de solucionar todo tipo de problema y le da la entereza necesaria para salvar todo escollo y a su vez lo vuelve partícipe del  dolor ajeno.  Esta forma de vivir y encarar la existencia, logra descubrir la raíz de todo desfase social y la forma como solucionarlo y buscar los recursos económicos de buena fuente para salir adelante. Desde este punto de vista, los proyectos para combatir la desocupación, delincuencia, pobreza y todo tipo de lacra social, solamente encontrará un claro  en la oscuridad de la noche cuando tenga un presupuesto fijo y renovable. Otra posición es un sueño y de fantasías no vive el hombre. Es fácil hablar desde el umbral de la gloria, es muy sencillo dar sendas de éxito cuando no se padece de nada. Hay que ser actor de la trágica comedia que vive una gran parte de peruanos en la cual el abandono moral y la discriminación están a la orden del día; para entender la verdadera dimensión del padecimiento del pueblo. A estas alturas, es más conveniente usar menos palabras, menos papeles y más acción efectiva porque cada frase que pone el dedo en la llaga y no la cura; hace más grave la herida. De una vez por todas, se enfoquen los problemas y que se esbocen las salidas oportunas con sustento comprobado. De lo contrario los profetas de ensueños, con palabras bonitas ya no tienen cabida en este mundo difícil y competitivo. La solución del estado de crisis que agobia a una gran mayoría de compatriotas, está en relación con la eliminación  total de la causa que lo origina y los medios que permitirán retomar el camino de la victoria. Lo demás es pura demagogia. Es que aparte de las ideas, no todo se soluciona con un verbo florido  solamente, sino con dinero contante y sonante y se debe indicar en forma precisa ¿Cómo financiar dichas propuestas? y no ser un eterno ideólogo que después  de una emocionada y repetida cantaleta, le deja el bulto olímpicamente a quien ya no puede con sus días porque  mucho le pesa  sus mentiras y desaciertos.  De  ser así, estamos en una larga carrera donde el esfuerzo es vano porque no hay  meta definida.  Al hacer este breve análisis del panorama rojo y blanco, se deja desnuda una realidad: se sabe la enfermedad, se conoce la medicina pero no hay como comprarla. Conseguir el capital para eliminar los inconvenientes que no dejan vivir en paz a  los hijos del sol, es lo ideal y  ese logro es el reto que deben asumir, no los improvisados “salvadores” que no faltan por intereses creados o protagonismo; sino   los técnicos y especialistas conocedores de la materia, en la cual la explotación de los recursos naturales a través de la inversión extranjera puede ser unas de las ventana hacia el progreso.  Al estar la patria en esta crítica situación, es fácil imaginar  el estado en que se  encuentra el  arte y la cultura en las regiones del Perú. A pesar que es el eje fundamental de un desarrollo sostenido, pocos le dan la importancia que se merece por la que la sociedad camina deshumanizada y así no se puede avanzar con ansias y esperanzas de triunfos.

 

 

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