EL VALOR DEL ARTE LITERARIO

En ciertas oportunidades, en cualquier parte del camino, se lee o se escucha de parte de inconscientes mentes pensantes, que le restan importancia al arte literario en todas sus manifestaciones,  lo toman como algo  sin sentido, que no conlleva a ninguna salida para las necesidades de los grupos sociales;  en buena cuenta, no sirve para nada.
 
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En realidad, las opiniones se toman como de quien viene, porque así digan lo que digan, en nada merman el caudal de energía de quienes ven en la creatividad  humana, la solución a los problemas del mundo. Más es tanto  el desinterés de cierto sector y la escasa valoración de las emociones del espíritu, que si se trata de  catalogar una acción, en este caso específicamente el desarrollo personal, se estila decir por ejemplo “todo depende de la fuerza de voluntad de la persona, lo demás que se diga es simplemente puro verso” Se ha llegado al extremo de minimizar el latido de las emociones del alma. Si se medita y reflexiona que el verdadero literato, expresa  la belleza a través de la magia de la palabra por ser una inspiración que nace de las fibras más íntimas de las entrañas del ser humano y cumple una función netamente social. Se convierte en una luz donde todo es oscuridad por que tiene el don de expandir la verdad a los cuatro vientos por contener un mensaje puro y cristalino. Conlleva al progreso y desarrollo de la persona y por ende su  prosperidad.  Tal vez no sea la única forma de darle claridad a todos  los avatares que no faltan en el discurrir de la vida pasajera de los seres en misión inaudita sobre la faz de la tierra; pero nadie puede negar que da su cuota de dulzura, ternura, humanidad,  solidaridad, sensibilidad, afecto y despierta con la fe de otros tiempos;  las ansias de vivir desde que amanece el sol, por que se constituye en un fresco   venero de esperanzas para todos los que caminan en busca de un horizonte mejor. Es que el arte integral en si,  es un canto de armonía que sensibiliza al más  duro  individuo y le arranca un suspiro de satisfacción eterna  cuando llega directo al corazón  al ser un haz del arte increíble y sutil. No hay otra cualidad humana  que motive tanto a lograr la cristalización de sus caros sueños en base a sus atributos de primer orden y lo eleve al umbral de la excelencia. Da las fuerzas necesarias para que llegue al  sitial  donde solamente las divinidades pueden lograr  y pone a su disposición las más sagradas dimensiones destinadas por el hombre superior. He ahí su importancia y todo por qué. Es que espiritualiza al ser por la que es  el mejor antídoto contra la violencia, la guerra y el cruel negativismo que siembra destrucción en toda latitud. Además en esta ofrenda original, hay un encantamiento especial que lo hace diferente en su mensaje. Por la que nadie es tan   reacio como para no caer prendado ante la aureola de grandiosidad que emana su creación; ni tan frío como para que pase desapercibido toda la excelsitud de su halo de grandeza. Por lo tanto, es un error tomarlo como un oficio vano, cuando  tiene la altura  de un ideal profético de exacto cumplimiento en corto tiempo, al ser capaz de transformar las estructuras humanas y hacer  de todos un baluarte  visionario, capaz de las más grandes hazañas e invenciones en bien del bienestar general de los pueblos del planeta. Si hay una concientización en el orbe mundial de lo que significa el arte para la raza humana, estaremos sentando las bases para la nueva estancia que se espera sea creada para que por fin se diseñe una tierra digna de ser vivida en todo su esplendor. De lo contrario sino sucede así, nos la pasaremos lamentando que un tiempo pretérito todo fue mejor, cuando nosotros mismos tendremos la culpa de no utilizar al arte, la ciencia y cultura en pos de generar un universo en que la equidad,  la igualdad y la ayuda mutua sea el hábito que cubra el diario despertar de toda la humanidad. Ojala que mi opinión, haga en ustedes lo mismo que hace una gota de agua en el fértil surco y florezca con un perfume inmarcesible, sin límites ni fronteras; el frondoso árbol del amor y la paz.
 

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