Al no haber fuego en tus ojos
ni tu mágica esbeltez
no brillan tus labios rojos
por tu fría palidez.
Porque lo quiere el destino
cuando nadie imaginaba
en tu lecho estás postrada
que aceptarlo no termino.
Junto al silencio mezquino
de tu ser sólo hay despojos
y los más tristes abrojos
atisba una ruta impía,
por tu ser no hay energía
al no haber fuego en tus ojos.
II
Hay ocaso en tu mirada
al opacarse temprano
y me parece inhumano
tan fortuita retirada.
Tu partida no anunciada
silenció tu calidez
siendo más que insensatez
por qué pudo ser así,
es que nada queda en ti
ni tu mágica esbeltez.
III
En tu boca no hay la risa
que a tu rostro lo adornaba
y en tu figura callada
está ausente una sonrisa.
Ya no luces esa brisa
cuando a tu lado de hinojos
te cumplía tus antojos
con albor resplandeciente,
más por tu entraña silente
no brillan tus labios rojos.
IV
Te llamo y no me contestas
al cesar tu vibración
a pesar de mi expresión
en ti no hallo las respuestas.
Atrás quedaron las siestas
junto a diaria placidez
sin tu vasta solidez
yaces tenue toda en calma,
pues se te nota sin alma
por tu fría palidez.
V
Te marchas mujer querida
cuando más te necesito
y en el instante inaudito
veo estás como dormida.
Llegó triste despedida
más no encuentro la razón
que tu afecto y fiel tesón
en mis entrañas retumba,
que así te lleve a la tumba
vives en mi corazón.
2009-03-24