En el día del amor y la amistad, bien vale la pena hacer un alto en nuestra agitada vida y hacer una reflexión profunda sobre todo lo ocurrido y qué puede venir en corto tiempo.
Nunca es tarde para una muestra de afecto, una sonrisa, una mirada serena, un abrazo fraterno, un fuerte apretón de manos. Siempre hay equidad en el corazón cuando a la vida se le lleva por el camino de la bondad infinita. Lo que falta es quitarnos la careta de egoístas, fingimientos y sin un mínimo de envidia, colocar en el umbral de la gloria a la persona que por sus valores le corresponde. Más no hay que olvidar que el amor es recíproco, hay que dar para recibir. No se pueden poner amarillos los almanaques pidiendo cariño a cada instante si no se es capaz de brindar un poco de candor. Esta es la clave de la felicidad que lo sabemos todos pero que muchas veces no se cumple por orgullo o simplemente porque alguien se cree con todo derecho de hacerse acreedor a la dicha existente cuando en el proceso para lograrlo no se comparten los deberes en toda la extensión de la palabra. Nunca hay que olvidar que para ser feliz ya no hay magia ni secretos, todo está dicho y se puede ser un empedernido romántico, así el mundo se mate sin sentido entre guerras y violencia por ambición. Amor es afinidad, comprensión, empatía, sinceridad, fidelidad, solidaridad. Cuántas más definiciones podríamos citar para definir lo que es amor, pero lo importante es hallar tal sentimiento con la pureza del caso y ser correspondido con creces y a cada instante. Para ello hay que reunir las cualidades y aptitudes para merecer tal honor porque nada ocurre de la casualidad. En la perfección del espíritu está la fuente de la paz eterna. En el sosiego interior reside la fuente de la sabiduría donde se generan los lazos de la estima permanente. En las buenas acciones, en la conducción por la ruta de ventura, habita el resplandor que alumbrará la senda de la primavera sin final. Ese estado sutil de remanso imperturbable solo tienen derecho aquellos que piensan y tienen ideas liberales, se trazan objetivos mutuos y la ayuda sin esperar recompensa es una cualidad que le brota del su alma sin hacer denodado esfuerzo. En la búsqueda de esta dimensión superior de la existencia humana, no hay cabida para el mezquino, avaro, violento, falso y oportunista. Por eso es que en el mundo hay personas que nadan en dinero contante y sonante pero desgraciadamente son infelices. Por eso es que sobre la faz de la tierra hay sabios, líderes, gurús, eminencias, adalides, baluartes, en todo campo del saber pero que se mueren y no conocen lo que es armonía vivencial. Como también hay seres que viven con su pareja toda una vida pero nunca conocieron el amor en su máxima expresión, cuando se comprometieron; porque sólo hubo en ellos, ilusión, atracción sexual, pasión y nada más. Tal vez la venida de un hijo sin planificación, hizo que estén unidos pero solamente llevados por el amor a los hijos. Por eso hay tantos hogares destruidos.
Así como se llegan a querer menores de edad en la que no se le augura un futuro de bondades por la inmadurez de ellos, pero que si saben manejar su nueva vida con capacidad y calidad, aunque tarde, la dicha no le es esquiva. Merece una meditación aparte cuando la unión se genera entre personas de edades muy distintas tanto en el hombre como en la mujer. Más a pesar que generan críticas mal venidas de parte de las personas que todo lo ven mal, en realidad, cada cual es dueño de sus actos y si alguien decide juntar sus vidas en estas condiciones, son decisiones personales que no le incumbe a nadie, sino solamente a los protagonistas de tan singular historia de amor. Es que la felicidad o el fracaso reside en cada uno de los actores de la relación no tan común pero, que existe, por la sencilla razón que para el amor no hay edad.
La felicidad se construye paso a paso, palabra por palabra, arrullo sobre arrullo al hijo y tras el logro de metas que dan placidez a la pareja. No es costoso hallar el estado ideal y poder gozar de las mieles que nos da la vida; lo único que hay que conseguir es el entendimiento interior y brotará de nuestro ser una aureola divinal y embriagará con su melodía al entorno circundante y deparará sin lugar a dudas el edénico paisaje que necesita la especie humana para cristalizar sus ideales y visualizar un futuro promisorio que es la máxima aspiración de todo ser humano.