Vivir, no es esperar sentado las mieles de la última cosecha, es edificar pacientemente un mañana diferente con un sabio horizonte universal.
No es parar idolatrando al cofre de la abundancia sin saborear los manjares terrenales. Es disfrutar hasta de lo poco que se tiene con el entorno sin esperar recompensa. No es viajar en avión por los espacios de la existencia sutil, sin andar a pie observando los paisajes divinales con los ojos llenos de ilusión y esperanzas. No es levantar la voz de protesta para engordar el propio bolsillo, sino a través de la palabra, cantarle una canción de cuna al que llora inconsolablemente una pena amarga. No es utilizar el poder vano para beneficio propio, es compartir la mesa con el pan que manda el cielo. No es suplantar un puesto de trabajo para fingir sapiencia, es valorar el iluminado talento con cristalina equidad.
No es repetir las mismas ideas en pos de enseñanza, es enriquecer el pensamiento y ofrendar genialidad. No es sobrevalorar las capacidades humanas haciéndose acreedor a jugosos sueldos, mientras los demás padecen hambre desde que raya el sol. Es compartir la riqueza con el que más necesita, no es acaparar posiciones laborales para toda la parentela. Es brindar ocupaciones para que el pueblo entero tenga bienestar general. No es ambicionar las bondades ajenas, es adquirir los bienes necesarios para vivir holgadamente. No es hacerse el desentendido ante un mar de lágrimas, es poner los cinco sentidos en un porvenir pleno de prosperidad.
Vivir no es atizar la prepotencia, violencia y dictaduras para gobernar con la mentira. Es utilizar el talento reconstruyendo la patria para delegar paz y amor a las futuras generaciones. No es atacar a la persona pública hasta conseguir un propósito económico, es informar y educar al pueblo ávido de las buenas nuevas irradiando mayor cultura. No es decir todo lo malo cuando se está fuera de la institución y una vez adentro cambiar de mentalidad. Es decir la verdad en todo momento sin conveniencias personales. No callarse la boca para lograr el umbral de la gloria, es denunciar el delito en la posición que fuere. No es creerse la novena maravilla del mundo, es ser humilde y brindar luz al que se pierde en la oscuridad del tiempo. No es aprovecharse de la creatividad de personas desprendidas e inteligentes. Es tratar de aprender de ellos sin egoísmos ni envidias, para lucir una inspiración sin fronteras.
Vivir no es simular una moral angelical cuando por dentro la corrupción es una añeja forma de existir. Es ser generoso, original y transparente para seguir en la cúspide de la popularidad. Vivir no es tratar de lograr todos los titulo habidos y por haber y luego vivir como una ostra sin proyectarse a la comunidad, es compartir el conocimiento con las grandes mayorías ansiosas de sabiduría. Vivir no es ser indiferente e ingrato ante los resplandores sublimes del alma creativa, es reconocer su inventiva y colocarlo en el sitial que se merece. No es hablar de paternidad responsable y de unidad familiar que es el fin primordial de la formación de la sociedad y no cumplir de corazón dando abrigo a la madre y futuro a la prole. No es criticar hasta más no poder ante un error involuntario, es analizar la falta y dar las pautas para que no se repita el hecho.
En realidad, el que no vive según las normas conductuales que la población exige, es un muerto en vida que hace penitencia todos los días porque tiene el alma atormentada y no ansía el descanso porque los engendros del mal son inmortales. Vivir es en síntesis, enseñar con el ejemplo y con visión planetaria. Porque después de todo, al malo, rico, cruel, bueno, pobre, inteligente; les espera un frío y silencioso sepulcro en la cual el olvido le llega de inmediato al que nunca lució calidad humana y el que dejó huellas de ventura, vivirá hasta más allá de la muerte.