LA VERDADERA NAVIDAD

LA VERDADERA NAVIDAD

Ha llegado una nueva Navidad para los que hoy transitan en este mundo difícil y pasajero desde que raya el sol. Es nuestro deseo que en esta oportunidad los augurios de felicidad se cumplan al pie de la letra y no sean simplemente sueños. Es que todos los años se realizan una serie de eventos en conmemoración de tan cristiano acontecimiento, pero la cosa sigue igual y muchas veces hasta peor. Sucede porque las santas promesas de una nueva vida depende solamente del cambio de mentalidad de cada cual y desde el puesto que se encuentre ocupando y no de la fastuosidad de una fiesta navideña.

Es preciso hacer una profunda reflexión sobre la vida que se está llevando. Que no todo sea panetón, chocolatada y regalos solamente con el fin de aparentar ante la colectividad que tal o cual institución se proyectan plenos de bondades a la comunidad. Si se hace una actividad de esta índole que sea de corazón y no como para aparecer en público como el bueno de la película, o recuperar la alicaída popularidad pero por dentro esconde su verdadera personalidad que cuando desgraciadamente aflora solamente ocasiona penurias y resentimientos. No se soluciona nada con darle ilusión al niño por un día, debe ser por siempre. Una vez que se pasa el espejismo del regalo y las reuniones familiares con buena comida y bebidas eufóricas; se vuelve a la realidad y la vida continua con la serie de altibajos que ya son comunes en la vida diaria, en la cual predomina la desocupación y sus trágicas consecuencias.

Por esta razón es que la Navidad debe tomarse como una fecha para meditar y si la persona está llena errores, prometerse así mismo a no incurrir jamás en el mismo delito y cambiar de vida totalmente. Que signifique unidad familiar y con todo el entorno donde se desarrolla la existencia y se tracen objetivos e ideales comunes para bienestar de todo el grupo humano. Que se olviden las rencillas y los signos de envidia y ambición que muchos albergan en sus corazones y se encaminen por la ruta de la humildad y ayuda mutua. Que se propongan a marchar por la senda de la equidad y el respeto hacia sus semejantes, este a la orden del día. Que cada cual se prometa, ser de hoy en adelante una persona diferente que comparta las delicias terrenales con el que menos tiene. Que el malo se vuelva bueno, el mediocre un ser capaz, el mentiroso que sea verás, el incompetente, una eminencia. El líder de barro que se vuelva de azúcar. El que transgrede la ley que reconozca sus errores. Los que aparentan lo que no son, que dejen para siempre su cinismo porque solamente hacen el ridículo en la sociedad. Los que no valoran al talento humano y prefieren a los falsos profetas del saber, que piensen que tienen familia y todo se paga en esta vida. El que negocia su libertad y conciencia, que no sea tan vil. El mundo no se acaba mañana como para vender lo más sagrado que tiene un hombre. El prepotente y violento, que se serene porque solamente demuestre el animal que tiene adentro y que lo domina. Los que tienen y más quieren, que aplaquen su desmedida pasión por la riqueza. El orgulloso y vanidoso, en persona llena de cordura y el que es sabio, si es tan sabio como dice; que enseñe antes de alardear sabiduría. Ojala así sea eternamente.

Cuanto quisiéramos que llegue el día en que alguien diga: “yo no tengo tantas necesidades por lo tanto voy a compartir mi mesa con el que padece hambre, con el que tiene sed y le voy a dar calor en mi dulce hogar porque hay espacio en mi corazón como para consolar las penas ajenas” Cuando llegue ese momento estamos seguros que el mundo será el verdadero paraíso que todos necesitan para vivir en paz e irradiar amor por doquier. Recién podremos decir a viva voz y sin temor a equivocarnos ¡UNA FELIZ NAVIDAD!

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