En el silencio imponente
de madrugadas de abril
te evoco grácil, sonriente
con tu carisma sutil.
Te quise y aun te quiero
adorando tu presencia
entre un amor de inocencia
junto a un espacio sincero.
Admirarte fue primero
igual que flor reluciente
y observarte felizmente
al ser la mujer que adoro,
por eso te rememoro
en el silencio imponente.
II
Te vi por primera vez
y terminé enamorado
más fui aprendiendo a tu lado
a cultivar sencillez.
La profunda calidez
Por tu encendido candil
tras un mágico perfil
te mostrabas toda bella,
que siempre serás la estrella
de madrugadas de abril.
III
Los años han transcurrido
aunque libre ya no estás
contémplote muy verás
con nostalgia y sin sentido.
No temo haberte querido
al ser astro incandescente
luminoso en el poniente
más de imagen deleitante,
en la penumbra fragante
te evoco grácil, sonriente.
IV
Trataba de convencerte
siendo mutua la unidad
al amarte de verdad
a todo paso entenderte.
Era dulce el solo verte
bajo un trato muy gentil
reluciendo tu amplio atril
de que el día toma altura,
aparece tu figura
con tu carisma sutil.
V
Muy digno de admiración
todo lo tuyo era bello
el más hermoso destello
nacido del corazón.
Despertaste mi ilusión
que admiraba tu grandeza
y por tu grata realeza
me ofrecías luz y calma,
recuerdo tu voz en mi alma
es cual eco de tristeza.
VI
Ejercías un encanto
cual si fueras obsesión
motivabas mi pasión
muy ajeno al vil quebranto.
He de amarte, pero tanto
que tu ausencia me lamento
más mi dolor no lo cuento
es que ya mucho sufrí,
tu imagen hoy viene a mi
como una rosa en el viento.