De una lograda existencia
la muerte no es el final
el recuerdo da vigencia
en el orbe terrenal.
Cuando ya cesa el latido
reposando en ataúd
el dotado de virtud
forja horizonte encendido.
Al entorno irradia nido
afirmando la conciencia
y de la triste incidencia
queda la resignación
previniendo invocación
de una lograda existencia.
II
Se hace gala de valor
el más íntimo coraje
pintándosele al paisaje
de un afán multicolor.
Vaticinan esplendor
en el orbe celestial
y por norma divinal
le dan un norte efectivo,
para el que fue positivo
la muerte no es el final.
III
Nunca falta el descendiente
que prolonga la energía
y honrando a la nombradía
se le da ruta aparente.
Es cual bandera en el frente
en base a la competencia
trasmitiéndose su esencia
muy a pesar del quebranto,
más después del camposanto
el recuerdo da vigencia.
IV
Nace la continuación
honrándolo al finado
al proyecto programado
se le depara atención.
Nada de disipación
hay fundamento vital
y tras afecto total
todo sube como espuma,
más la soledad abruma
en el orbe terrenal.
V
Cada vez el real vacío
pasa a ser inmanejable
y no hay lo reconfortable
para actuar con nuevo brío.
Entra a tallar el estío
pero si hay mayor anhelo
se suaviza el cruel desvelo
calmándose las personas,
más ni flores ni coronas
dan al alma fiel consuelo.
VI
Resulta triste el deceso
pero es que a todos les llega
nadie se salva y se niega
del no deseable suceso.
Ante inevitable peso
verter armónica faz
y en un sendero solaz
haya mutuo renacer
por eso libre hay que ser
la fuente de amor y paz.