La injusticia no quebraste
ni luciendo blancas sedas
que tu final iniciaste
Oh José María Arguedas.
nos llame a la reflexión.
Era tu amada nación
Por cuna de la avaricia
Una fuente de codicia
Y de mezquina visión.
Vil desigual proyección
Que valiente denunciaste
Solo un tiempo motivaste
Meditación convincente,
ni por tu lucha ferviente
LA INJUSTICIA NO QUEBRASTE.
II
En distintas latitudes
Y regiones naturales
Delatabas casos reales
Que borraban aptitudes.
Eminencias de virtudes
Te pedían que intercedas
la armonía le concedas
Logrando la unión remonte,
más no varió el horizonte
NI LUCIENDO BLANCAS SEDAS.
III
Por la ley sin dimensión
tras sentido decadente
La moral no era vertiente
De sutil evolución.
No era la trasformación
El camino que soñaste
Y el futuro que pensaste
Era adorno para el reacio,
te indignaba tal espacio
QUE TU FINAL INICIASTE.
IV
El lento paso en la acción
dura y cruel mediocridad
La traición a la verdad
Causó herida en tu razón.
Le dio senda a tu misión
Por invisibles veredas
Y en el delirio te quedas
generando raudo vuelo,
que ascendiste al ancho cielo
¡OH JOSÉ MARÍA ARGUEDAS!
V
No fue un haz de la inconsciencia
Sin la base consistente
Es ser fiero combatiente
Ante ufana incompetencia.
Fiel humana efervescencia
Frente al necio denigrante
Que no cambia el agravante
Del ajeno a la bondad,
Pues sin nada de equidad
EL DELITO FUE ADELANTE.
VI
Por la ofrenda de tu vida
en el alma forje un hito
Una luz del infinito
Otorgue ruta encendida.
Tu real fuerza desprendida
Motive la creación
expanda tal comunión
Un mañana de progreso,
que la paz de tu deceso
¡NOS LLAME A LA REFLEXIÓN!