Ya en el ocaso, al amarte
en tu flor de juventud
mentiría amor brindarte
de una eterna magnitud.
Por razones de la edad
e inesperada partida
cualquier momento es perdida
la energía y su bondad.
No existe la eternidad
pero yo ansío adorarte
con el alma acariciarte
así vengan desengaños,
sin prometerte mil años
ya en el ocaso, al amarte.
II
Te puedo dar dicha plena
solo unos años no más
mi espíritu por verás
tendrá su fin que lo frena.
No me da ninguna pena
pues cumplí con mi inquietud
y sin más vicisitud
tu presencia es mi prefacio,
hoy leal surcas el espacio
en tu flor de juventud.
III
Es muy corto el existir
que si lento se camina
no se cumple la rutina
de lo que está por venir.
Mereces fiel convivir
con afecto de mi parte
pues mi meta es paz bien darte
sin que nada me entretenga,
más todo el siglo que venga
mentiría amor brindarte.
IV
Todo tiene un nacimiento
como también un final
y lo nuestro es luz mortal
que no cabe el desaliento.
Vivamos todo el momento
en amorosa actitud
despejando la inquietud
para máxima ambrosía,
más quererte no sería
de una eterna magnitud.
V
Al ser corto el recorrido
que me queda para amarnos
debemos reconciliarnos
con el más justo sentido.
Darle al rumbo colorido
y ser quien fe consolida
más con aura desprendida
ser quien sabia vierte en tu alma,
más que un instante de calma
te prometo sin medida.
VI
Para siempre, no sería
lo que te estoy ofreciendo
eso sí, tu irás sintiendo
una mágica ambrosía.
El valorar su valía
solo falta tu candor
y el más infinito albor
bajo una misma vertiente,
pero será suficiente
por lo intenso de mi amor.