Después de todo lo ocurrido al finalizar el año 2017 en que una gran mayoría de peruanos tuvo la Navidad más amarga de su vida y recibió el año 2018 con sabor a decepción.
Deja todo lo ocurrido una profunda enseñanza que es preciso meditar y se tomen las medidas pertinentes para que la historia no se repita. Si está bien o está incorrecto todo lo acontecido en la cual se comenta hasta la saciedad la no vacancia por el indulto del ex Presidente Alberto Fujimori. Que investiguen las autoridades pertinentes y que la justicia se encargue de poner el asunto en claro para el bien del país. Más no verter deliberadamente opiniones un tanto antojadizas y parcializadas, en la que se nota un descarado e inmenso fanatismo como si todo fiera un juego lo que le ocurre al suelo patrio. Si en el Perú no se aplica la ley en toda su dimensión, que se acuda a organismos internacionales en aras de que cada cual quien tiene una condena, se cumpla y pague por su delito sin ninguna distinción. Más si es necesaria una libertad anticipada que sea el producto de una justa evaluación para que no despierte sospechas. Para ello merece que analicen los especialistas en el tema y si es posible un cambio en la Constitución del Perú que se haga en la brevedad posible. Es que no caído nada bien en la colectividad que la persona que delinque consecutivamente como el caso del ex mandatario en cuestión, al logar el indulto humanitario; recupera todos sus derechos que como tal le corresponde. Resulta como la peor burla para tanta gente honesta que trabaja de sol a sol para subsistir; mientras que otros delinquen y viven como reyes.
Ante tantos desaciertos, surge una interrogante ¡Por qué ocurre estas incongruencias políticas y los partidarios apoyan deliberadamente ? Es que se podrá ser un excelente profesional, un brillante político, una luminaria del talento humano, un ciudadano con visión y futuro. Más no se ha aprendido a definir, diferenciar e eliminar el cinismo de la cordura personal, la ambición de la moral, la avaricia del mutuo compartir, el egoísmo de la empatía, la corrupción del patriotismo. Si es que lo saben y llegan a lo mismo es que lo domina el amor al oro, muy ajeno a toda identidad nacional. Por ello es un clamor popular que los sueldos y beneficios sociales de los que trabajan para el Estado, empezando desde el Presidente, de acuerdo al puesto que ocupen, sean tan igual como los que percibe un profesional público. Es preciso indicar que esto también debería aplicarse en los Gobiernos Regionales y Alcaldías de todo el Perú. Además que sean calificados de acuerdo a su rendimiento y si no muestran capacidad aparente puedan ser destituidos de su escaño como ocurre con todo trabajador común y corriente. Que ya deje de ser el convertirse en político, en la inversión más lucrativa de la actualidad. Que se concientice el ser integral de tal manera que el servir a la patria sea el más grande honor de todo peruano. Por supuesto que a todos no se les puede calificar de ineptitud, hay muy honrosas excepciones y que son dignos el mayor respeto y consideración Más como el mal se contagia es mejor tomar las previsiones del caso, en aras de una mayor productividad y se acabe de una vez por todas la tan acendrada costumbre que se cifran las esperanzas en todo nuevo gobierno y ni bien acaban ya se está pidiendo el cambio por una mala gestión, en la cual el desgobierno solo genera atraso en cuanto al crecimiento y desarrollo de nuestro amado Perú y deja como saldo una ínfima calidad de vida y bienestar general.