EL IMPROVISADO VALOR

Uno de los grandes errores de los que tienen el  poder a la mano y de manera temporal es la no valoración del ser que se lo merece por sus atributos, intelectuales, artísticos o espirituales en toda su real dimensión.

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Es que las bondades espirituales no venden ni dejan ganancias o consiguen adeptos como la publicidad barata o la difamación del contrincante aunque sea con mentiras. Las preferencias, alabanzas, halagos, ensalzamientos  se determinan por la familiaridad, el amiguismo, la recomendación, el servilismo, la felonía, favores políticos, o apoyo e inversión en campaña electoral. El que encaja en estas premisas, está por encima del más encumbrado intelecto.  Al improvisado lo colocan en los puestos de mayor importancia sabiendo de su   inexperiencia y por esta razón los entes no caminan como debería ser o no toman resoluciones en concordancia con la realidad del entorno. Aquí entra a tallar el ego del aspirante a eminencia y el que tiene el mando  intenta hacer funcionario a quien nunca dio fuego en el plano profesional. Por esta razón, ante este desfase y en una justicia legal: ambos son culpables de tal irregularidad. En este análisis también es preciso indicar que hay quienes con dinero apuestan por una agrupación política y ocupan lugares estelares por la que salen elegidos, sin reunir los requisitos como para desempeñarse con creces en el equipo gubernamental. Emprenden una aventura por el simple hecho que si todos lo hacen; ellos por qué no. Por probar a ver si les liga o no. O porque alguien le anima a que postule  y le inventan una historia de que es un superdotado  y le cree el iluso y se manda al ruedo cuando no tiene ni para comenzar. A veces por cosas del destino consigue sus sueños y se da paso a la comedia que no tiene cuando acabar por la insensatez de los seres que anhelan grandezas antes de tiempo. Una vez en la palestra se nota que intentaron volar alto cuando no sabían caminar y el que paga tal capricho es el sufrido pueblo que  cifra esperanzas en sus autoridades de turno. Más por su ambicia y deseo de figuración los resultados son catastróficos.  Otra acendrada costumbre es que en cada periodo gubernamental se trae personas de otras instituciones en ejercicio o jubilados pero que ambos  de ninguna manera son dotados de talento y se le da trabajo, quitando una oportunidad laboral al joven profesional que anhela ser útil a su región y que tiene todo el entusiasmo posible como para dejar huellas para la posteridad. Hay también el iluminado que por poseer todos los títulos habidos por haber se cree de otro planeta  y considera que tiene  la capacidad de gobernar cuando lo único que alberga en su entraña es una enfermiza  ambición que se nota a muchas leguas porque nunca gobernó ni ha demostrado su afán de servir o ha denotado identidad con la tierra que lo cobija. Frente a esta cruda realidad que se repite en cada proceso eleccionario la solución está en la madurez de cada elector y en la sociedad que no debe crear ídolos de barro que solamente llevan al fracaso y los únicos beneficiados son ellos porque se hicieron acreedores a jugosos sueldos  sin producción aparente, pero que simboliza atraso en cuanto a desarrollo o crecimiento. Más todo ocurre porque  ni la más avanzada educación o el más alto grado; si hay mala formación  en la persona, le cambia su afán desmesurado de grandeza, su obsesión de formar cofradías para ayuda mutua, de comprar voluntades y silencios, de repetir el plato,   con el fin de trascender utilizando artimañas  y vacíos de la ley para propender su enriquecimiento a costa de le benevolencia del pueblo.vanidad-1111

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