Por el trompo y jugar mundo
con la honda y las bolitas
le da al niño don fecundo
entre auroras infinitas.
En la etapa de niñez
donde todo es inocencia
la distracción y elocuencia
le da a su alma placidez.
Se acentúa cada vez
sin nada meditabundo
más obviando al iracundo
acrecienta la amistad,
junto a personalidad
por el trompo y jugar mundo.
II
En su ambiente color rosa
el cansancio nunca luce
más su alegría conduce
por la estancia generosa.
Su emoción maravillosa
es normal cuando hay las citas
y con amigos las cuitas
a todo le dan sentido,
formándose entretenido
con la honda y las bolitas.
III
En esta visión primera
es constante el alborozo
y le produce tal gozo
una euforia placentera.
Por todo va que se esmera
con sentimiento profundo
y no cesa ni un segundo
de su tarea social,
el recreo natural
le da al niño don fecundo.
IV
En su tiempo es lo normal
que un espacio hasta se inventa
y su aureola la cimenta
ante escenario especial.
Es su entrega sin final
hacia jornadas fortuitas
más por no ser inauditas
de tal manera se instruye,
su mañana lo construye
entre auroras infinitas.
V
Se forja un haz de valía
sí se respeta su edad
no perdiendo integridad
con la actual tecnología.
Frente a música en su vía
o del arte algún perfil
va encendiendo su candil
y apunta a la creación,
dando rienda a su ilusión
bajo ternura infantil.
VI
Lo que hay de modernidad
no le forja más talento
la guitarra o instrumento
si motiva su bondad.
Le cimenta su heredad
y el afecto noble y puro
más despeja el orbe oscuro
para ser un estratega,
es que solo cuando juega
forja norte hacia el futuro.
VII
Por el cariño se eleva
lo que él hace nunca avisa
siempre luce una sonrisa
donde el alma se renueva.
De lo que en su entraña lleva
ofrenda con placidez
denota su exquisitez
siendo suyo el universo,
así exista el orbe adverso
comparte su calidez.
2017-03-10