El año 2016 ya finaliza y me deja la sensación que ha sido un año más de lo de siempre. Los que están en el gobierno con verdades o mentiras, hacen lo imposible para contentar a todo una ciudadanía que quiere mejor calidad de vida y bienestar general.
Mientras otra parte se cobija en el regazo o en la sombra de las autoridades de turno y plácidamente goza de un puesto de trabajo y de buena remuneración. Otro grupo se la pasó criticando las acciones de los que están en el pódium de la popularidad. Por la que ha sido un ir y venir de propuestas, denuncias, aclaraciones, matizadas con insultos de todo calibre, que en realidad nada bien le hace a la solución de la problemática nacional, puesto que el país sigue padeciendo de lo mismo de una manera que ya se ha crónica en nuestra heredad. Como ya es conocido, a nivel Perú, el partido que tiene más representantes en el Congreso, con sus aliados inoportunos, quieren imponerse al ser mayoría. Cuando si lo son, significa su arraigo en el público elector por la que deberían conducirse con mayor cordura. Más no es así. Los indicios de corrupción están a la orden del día. Pero algunos se elevan al cielo, luciendo sus blancas vestiduras de honestidad, mientras que por lo bajo se les divisa la negra careta de la ambición. Hay claros indicios de intereses creados entre los que gobiernan y parte del empresariado, quienes han aportado por ellos para verse favorecidos con alguna u otra ley para seguir lucrando libremente a costa de negociados de toda índole que son de conocimiento público y que está demás repetirlos. Los dotados de talentos muy poco se pronuncian dando una salida a la problemática local, regional y nacional. Otros se han acomodado a la situación. Han hecho la inversión de su vida y han logrado curules con la cual aseguran su vida por los jugosos ingresos que perciben. Mientras el pueblo sigue pidiendo obras de envergadura para tener un trabajo digno y darle a la familia el sitial que se merece. Más por el desarrollo cultural nadie saca la cara. Las personas e instituciones que deben darle el auge necesario para que cada ser logre su realización personal como fruto de su espiritualidad, en un mutismo tremendo siguen en su atril del silencio, sin proyectos a la vista que recuperen de una vez por todas la dignidad humana a través del arte integral. Ante esta amarga realidad, sería muy producente que todo lo que se rumorea pero que es muy cierto; no quede en simples comentario y s con pruebas a la mano se haga las denuncias respectivas y se sancione a los causantes del delito pero que se aplique todo el peso de la ley. Que no se tenga compasión con nadie. Así sean eminencias con toda una variedad de grados y títulos. ¡Ya no nos inventemos líderes! asignándole atributos que nunca tuvieron. Hay quien consigue todo de la noche a la mañana por un golpe de suerte. Por una corazonada pero que no simboliza el cambio social tan esperado. Que no se confunda, casualidad, oportunismo con capacidad y resolución inmediata ante la crisis agobiante. Por eso a todos se les mire por igual. Es que el mal del Perú es la corrupción que ha echado raíces en todos los estratos sociales que ya no hay confianza ni en el lujoso terno, uniforma o sotana. Si no es así, seguiremos esperando otros 12 meses para que las cosas cambien, cuando el futuro de la patria sigue cuesta abajo por obra y gracia de una cofradía injusta e inhumana que todo lo ve lucro, muy ajeno al progreso patrio.