El Perú se encuentra en un franco proceso de crecimiento y desarrollo indetenible. Por este motivo las eminencias que nos gobiernan vierten sus proyectos en aras del tan ansiado bienestar general y máxima calidad de vida.
Más si hacemos algo de memoria, esto viene ocurriendo cada vez que hay un nuevo gobierno, pero la tan ansiada transformación viene en cámara lenta. Nuestros iluminados políticos en maratónicas lides esbozan sus pensamientos positivos como también ideas que carecen de peso en relación con el objetivo de metas a nivel país que se persigue. Cada luminaria que está en el gobierno, cuenta con todo un equipo de trabajo que así no haga nada, hablan maravillas del que juró ante Dios trabajar por la patria. En esta actividad de querer ser sin haber sido o de seguir en la danza siendo juez de los otros partidos, se le van los años y la famosa proyección no aparece por ningún lado. Más si están ocupando un escaño es porque alguien los eligió. Entonces se deduce y no se admite disculpas; que cada cual es culpable de su propio mal. Es que se le defiende pero nadie dice las cosas como son y la vida continúa entre errores y aciertos por la cual no se ven los frutos convincentes ni a corto y largo plazo. En este breve análisis de la realidad nacional, hay hechos que saltan a la vista. Por ejemplo, el que aparentemente mucho sabe pero que no visualiza el futuro y tan solo critica pero no soluciona nada. Luce grados, por doquier, más da la impresión que solo estudió para eternizarse en el puesto y no ata ni desata ante la problemática nacional. Más lo que digo no es que hable por la herida; sino que es evidente lo que ocurre en el Perú. Hay una tremenda fiebre por las Maestrías y Doctorados y egresan continuas promociones y por la cantidad que hay, no debería haber ningún problema en el entorno porque sus virtuosas mentes ya habrían hecho los proyectos que llevarían al Perú entero hacia la prosperidad total. Más no es así. A mayores egresados con postgrados los problemas siguen igual y tienden a aumentar y se hacen crónicos sin una salida aparente. Por otra parte, existe el que tiene experiencia pero si se adelanta al futuro no tiene validez porque no tiene el bendito título profesional. Por lo tanto no puede trabajar en entidades públicas. Ante esta disyuntiva, resulta paradójico puesto que este requisito no es necesario para ser padre de la patria. Eso sí, es necesario enfatizar que personas capaces hay, pero se nota a la distancia que falta identidad. Existe la ambición hasta en el más logrado elemento. Abunda la avaricia, inclusive en el más fiel exponente de la calidad total. El que tiene un pergamino, quién sabe porque medios lo logró; su ego lo embriaga y se cree que proviene de otro planeta y sin ningún atributo se cree un superdotado del conocimiento humano cuando no le ganado a nadie y en el mercado de oportunidades es uno más del montón. Por todo lo expuesto si se liman estas lacras sociales que tienen los grupos sociales, podemos pensar que se está tomando a conciencia la renovación que el pueblo peruano anhela y que está a la mano si se trabaja en equipo, con empatía, asertividad, proactividad, sinergia y amor al Perú en un espacio de paz y visión de mundo.